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EDITORIAL

Más y mejores tributos, pero cero corrupción

jueves, 4 de octubre de 2012
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Colombia es de los países con menos presión tributaria, soporta más impuestos, pero hay que bajarle a la corrupción

Es común escuchar una excusa muy colombiana que reza: “para qué pago impuestos si ese dinero se lo roba la corrupción”. Y a la luz de los últimos acontecimientos de derroche del erario público, la afirmación cobra bastante sentido. A partir de hoy, el Gobierno Nacional debe echar a andar la reforma tributaria en las comisiones económicas del Congreso y sacar adelante sus nuevas ideas impositivas, que tienen una alta carga de filosofía y muchas buenas intensiones, pero al mismo tiempo debe pedirle a ese mismo Congreso que le brinde a las autoridades de vigilancia y control herramientas más eficaces para atacar la corrupción.

Los colombianos tienen razón cuando excusan la creciente evasión y elección de impuestos como armas ‘artesanales’ que asfixian a los corruptos, pero ese proceder no está bien, porque estamos seguros que son más los funcionarios honestos y probos en su gestión que los corruptos. No obstante ese parte de confianza y de respaldo, sí se debe emprender una verdadera cruzada para que los funcionarios inescrupulosos y mediocres sean castigados con todo el peso de la ley. El asunto no es solo de funcionarios, también hay empresarios contratistas que tienen capturadas muchas de las administraciones, locales, regionales o nacionales, para sus negocios particulares. Los casos de corrupción más grotescos de los últimos años se dan cuando hay unos funcionarios que piden comisiones por su trabajo, no vigilan las obras o son ligeros con los dineros públicos; y unos empresarios que no hacen las obras, las terminan mal o viven en función de adelantos y extensiones. Hay otros extranjeros que son especialistas en ganar licitaciones, nunca hacerlas y armar tribunales de arbitramento.

Es cierto que muchos colombianos de mayores ingresos soportan una mayor presión fiscal, entendida esta como la canasta de tributos de orden nacional, regional y local como proporción del PIB. Aquí solo es del 15%, mientras en otros países de la región como Brasil, Argentina y Uruguay es del 34,3%, 31,6% y 25,1%. En Europa, la presión se da en Dinamarca, en donde es del 48%. Insistimos en que los pilares tributarios de la reforma del Gobierno Santos son los adecuados, que no es una reforma tributaria estructural que debió ser planteada, pero que se debe trabajar más en la eficiencia de esos recursos públicos. Debemos recoger las tesis de algunos candidatos del pasado que repetían como un mantra que los dineros públicos eran sagrados. De nada vale que haya mayor equidad en el pago de impuestos, que se le quite presión tributaria a la nómina, o que se le pongan impuestos al consumo conspicuo, si ese dinero recaudado se va para los bolsillos de los corruptos.
 

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