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EDITORIAL

Las regalías en tiempos de petróleo barato

lunes, 2 de febrero de 2015
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Diseñar estrategias de ahorro en el gasto de regalías para las vacas flacas fue un adelanto, pero ¿sí está funcionando?

Poco menos de un mes después de que Juan Manuel Santos se posesionara como Presidente de la República por primera vez en agosto de 2010, al lado de los ministros de Minas y Energía, Carlos Rodado Noriega y de Hacienda y Crédito Público, Juan Carlos Echeverry Garzón, pusieron a andar el novedoso Sistema General de Regalías que hoy opera en todas las regiones del país con buenos resultados.

Pasado un lustro de esa trascendental decisión de distribución territorial, los resultados de tal acción son elocuentes y altamente positivos. Se corrigió la concentración de las regalías en unas pocas entidades territoriales y casi todo el país disfruta de esta contribución. En ese entonces solo siete departamentos con el 17% de la población recibían 80% del total recaudado por concepto de regalías. Como mecanismos de redistribución del producido de las regalías y otras compensaciones se crearon fondos de Desarrollo Regional y de Compensación Regional, para financiar y desarrollar proyectos que mejoraran la productividad y la competitividad. En algunos municipios se ven claramente las obras productos de la redistribución de las regalías.

Pero lo más importante y que en su momento no se le dio la relevancia que la iniciativa requería fue el diseño de una estrategia de ahorro y de reordenamiento en el gasto de regalías mineras y petroleras. El pronóstico de ingresos provenientes del sector se basaba en valores esperados de incrementos en la producción, que al igual que los precios pueden estar expuestos a cambios inesperados, tal como ahora está ocurriendo. Hicimos cuentas con petróleo a US$100 cuando pocos años después enfrentamos una situación de US$44.

Colombia no es ejemplo en el manejo de las bonanzas y las experiencias que dejaron buenas ventas de petróleo, carbón o café condujeron a volatilidad macroeconómica y períodos posteriores de recesión, para los cuales no se contaba con fuentes de ahorro que permitieran amortiguar la caída. Hasta hace pocos meses aún se creía que Colombia enfrentaba crecientes posibilidades de generación de una bonanza de ingresos, por cuenta de la expansión de la actividad mineroenergética, que hoy no se está dando ni se dará. La actual coyuntura ha puesto el dedo en la llaga y han emergido preguntas clave: ¿qué va a pasar con las regalías para los departamentos y municipios? ¿Con qué dinero trabajarán los nuevos alcaldes y gobernadores elegidos el próximo octubre? ¿Cómo funcionó el sistema de regalías en el capítulo del ahorro?

La arista de las regalías no es un asunto que se ha analizado con profundidad por el Departamento Nacional de Planeación que verá afectada su gestión en términos de programas aprobados.

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