La revolución de los ‘piigs’ recorre Europa

El 14-N es una de las demostraciones más preocupantes de la Europa mediterránea en contra de los mandatos comunitarios

Como pocas veces se observa en el primer mundo, lo sucedido ayer en las calles españolas es una muestra de un poder popular casi sin precedentes en lo corrido del siglo XXI. Fue una autentica demostración de fuerza en una sociedad homogénea; ahora solo bastará ver hasta qué punto puede servir esa convocatoria de masas a la hora de exigir reformas y contra-reformas al status quo. Hace un par de años, el diario inglés Financial Times bautizó a Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España (Spain en inglés), como los países ‘piigs’, una sigla que le ayudó a agrupar a las economías más débiles y más vulnerables para cumplir los preceptos financieros de Bruselas. Hoy la sigla se levanta con tal virulencia que puede alentar inoportunos debates sobre el sistema económico de Europa en general, y por qué no de occidente.

Pocas veces se ve que un país, hasta hace poco ‘milagro económico’ como España, se vea envuelto en semejantes manifestaciones en contra de la manera como su gobierno central hace los ajustes económicos recomendados por la banca multilateral y por la dirigencia de la Unión afincada en Bruselas. Los ajustes más que draconianos adoptados en Grecia, Portugal e Italia se sienten con todo su peso en unas sociedades que se habían acostumbrado a los fondos de cofinanciación, que elevaban de manera ficticia su bienestar económico a niveles de economías más avanzadas y equitativas en lo social. La tasa de desempleo de España y Grecia se cuenta entre las más altas del mundo y la inflación de los precios empieza a tocar niveles históricos; dos indicadores que se sienten con todo su peso en las clases sociales más vulnerables, aquellas que habían conseguido estar en la franja media desde hace solo una década y que hoy ven como los mermados ingresos los hacen involucionar.

La llamada ‘revolución de los piigs’ en contra del sistema, a manera de indignación, es un peligroso campanazo que puede tener vasos comunicantes en los mercados emergentes que no están vacunados contra este tipo de manifestaciones. El hecho relevante de que el crecimiento económico y la generación de empleo en esta parte del mundo sea mucho mejor y que las dos últimas recesiones no hayan sido tan duras, no quiere decir que las economías y las sociedades estén blindadas. Las redes sociales actúan y sirven para que este tipo de insatisfacciones globalizadas sean tomadas como locales y que el sistema reinante sea puesto en duda en cualquier rincón del Planeta.

¿Qué deben hacer los gobernantes? Administrar y gobernar con sabiduría y honradez. No ser inferiores al reto de llevar bien las riendas de los pueblos, ciudades y departamentos, de tal manera que las necesidades de sus pobladores sean satisfechas.

Tal vez esa sea la única manera de que la indignación no toque las últimas fronteras.