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EDITORIAL

La economía y el ambiente son objeto de reparación

martes, 9 de junio de 2015
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Nadie habla de los efectos colaterales que el terrorismo causa en la economía y el ambiente que deben ser reparados por la guerrilla de las Farc

A finales de mayo, Buenaventurase quedó sin luz porque las Farc volaron una torre de energía que dejó a oscuras a sus 400.000 habitantes. A los tres días le tocóel turno a Tumaco con un ataque a una ambulancia, un incendio, cuatro explosionesy enfrentamientos entre la fuerza públicay  guerrilleros. La semana pasada, volaronel acueducto de Algeciras, en el Huila,y el pueblo quedó sin agua potable. Y en Putumayo, las Farc obligaron a los conductores de 20 camiones a derramar 200.000 galonesde  crudo que se transportaban. Algo similar ocurrió hace un año en Puerto Asís.

Las anteriores son solo las más contundentes acciones terroristas, pero no las únicas, luego de que a mediados de mayo decidiera romper la llamada tregua unilateral que había iniciado en la Navidad pasada, alegando que era una respuesta a los bombardeos que autorizó el Presidente de la República, luego que fueran asesinados 11 soldados en el Cauca.

Los primeros afectados con las acciones terroristas es la población civil de las zonas objeto de los ataques, lo cual resulta irracional y para algunos incomprensible si paralelamente se adelantan conversaciones entre gobierno y guerrilla enLa Habana para poner final conflicto y se le hace publicidad a la creación de una Comisión de la Verdad, la cual no solo deberá hacer un recorrido por los 50 años de conflicto para determinar responsabilidades políticas, sino también evaluar el daño producido por los atentados al medio ambiente y sobre el bienestar de las comunidades que se quedan sin luz y sin agua. Este debe ser un punto importante en la reparación, que sin duda es un pasivo de la guerrilla.

El objetivo de las guerrillas con sus acciones demenciales en contra de la ciudadanía y la economía es buscar que la opinión pública presione al Gobierno a que acepte una tregua bilateral, lo cual parece ya haber logrado algún consenso entre voceros de la izquierda y algunas poblaciones que se sienten desprotegidas y expuestas a los daños de los actos terroristas y que para las fuerzas de seguridad del Estado les queda difícil controlar sin que implique que las acciones pongan en aprietos a la fuerza pública. 

El chantaje no puede ser la herramienta de las Farc para lograr su objetivo, como tampoco puede serlo para alcanzar una negociación definitiva, pues la realidad es que hoy másque nunca la estructura de la democracia colombiana está en capacidad de responderla agresión interna. Lo que todos los colombianos de bien quieren es que no haya más violencia y se proteja la vida de todos los ciudadanos, asuntos que parecen no estaren la agenda del grupo terrorista, así en el discurso lo pregonen con cinismo.

La paciencia del país, así sea con los diálogos de paz, se está agotando y los negociadores no se están dando cuenta.

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