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Uno de los imperativos de la prensa económica es tratar de explicar las decisiones a través de ejemplos simples, con el cuidado de no ahuyentar a los más doctos en la compleja ciencia social que dicta el rumbo de los países.
Uno de los imperativos de la prensa económica es tratar de explicar las decisiones a través de ejemplos simples, con el cuidado de no ahuyentar a los más doctos en la compleja ciencia social que dicta el rumbo de los países. Bien dice Krugman (2004) que los generadores de contenido económico se dividen en los “griegos” (los amantes de papers académicos); los del “sube y baja” (donde están los periodistas); y los “best seller de aeropuerto” que son productivos en libros del tipo de: El Monje que vendió el Ferrari, El ABC de la gerencia moderna; Los secretos de los CEO, etc. La tarea de explicar la economía es bien difícil, pues en ese intento casi siempre se termina confundiendo más el lector; con el daño colateral de que siempre habrá alguien más elocuente que cuente mejor las cosas, con hipótesis populistas que nunca comprueba.
A lo largo de once meses, hace casi un año, el Banco de la República comenzó una escalada de tasas para intervenir el mercado del dinero que no llega a su final al séptimo mes de este año, generando una ola de incertidumbre enorme que le está pasando la cuenta de cobro a las expectativas de crecimiento para los años venideros. Las tasas de intervención del emisor colombiano llegaron ayer a 7,75%, la más altas en varios años. Todo para atajar la inflación desbordada que se salió de madre hace tres años. El último dato de inflación, de la variación de precios en julio, fue de 8,6%, una cifra que no está en ninguna de las proyecciones y que amenaza la economía. Una situación es consecuencia de la otra y ambas le hacen un enorme daño en la economía.
Pensemos en que una persona sufre una fuerte fiebre consecuencia de un virus en su oficina de trabajo. La enfermedad lo ha hecho ausentarse del trabajo, ha perdido productividad y es una amenaza para sus compañeros. El médico decide tratarlo inicialmente y hacerle exámenes más profundos; al tiempo que poco a poco lo medica para ver cómo reacciona, pero cada dosis tiene un efecto tardío de entre 20 0 30 días después de aplicarlo. Mientras tanto, su economía familiar se deteriora y su rol en la oficina pierde protagonismo. Si bien en las cifras macroeconómicas (variación de precios) no hay reemplazos, como puede ocurrir con los empleados, el cuadro viral debilita más individuo y el efecto del medicamento es más dañino en el largo plazo, pues no lo mejora inmediatamente como se desearía.
El alza de tasas no controla inmediatamente la inflación, al tiempo que sí afecta el consumo y los planes de inversión de las empresas. Es un hecho indebatible que la inflación colombiana es un hueso duro de roer por el Emisor y que la permanente alza mensual de 0,25% está provocando daños colaterales tan graves como la inflación. La economía necesita del consumo, las cifras lo han mostrado; tal vez sea el momento de probar recetas y pedirle al Banco que estudie una nueva medicina.
La Cepal da un punto de vista interesante sobre el después de la guerra arancelaria y cae en lo que se debió hacer muchos años: diversificación y fortaleza institucional
La mayoría de las preguntas previstas para la consulta del Gobierno tienen una armadura numérica, pero a ninguna se le ha hecho la matemática de costos para sensibilizar el tema
A la luz del ISE de febrero, el PIB colombiano creció 1,77%, Fedesarrollo ve 2,96%, pero todo se va al piso cuando el FMI dice que la economía no irá más allá de 2,4% al final de este año