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EDITORIAL

¿Habrá más ‘salgares’ y ‘gramalotes’ que esperar?

miércoles, 20 de mayo de 2015
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Las catástrofes naturales no se pueden predecir, pero sí prevenir. El caso de Salgar debe ser un punto de quiebre para prevenir más y actuar

Las catástrofes naturales no se pueden pronosticar, pero sí prevenir. Y cuando no se previenen se pueden pronosticar. Las autoridades de prevención del riesgo de carácter nacional deben trabajar más a fondo en sus roles y funciones que no son nada fáciles, pues millones de colombianos viven en zonas de alto riesgo y se niegan a abandonar sus casas o predios por la simple razón de que no tienen para donde ir. Y más aún las autoridades locales y regionales no hacen nada por hacer cumplir las leyes para no perder popularidad y eventuales electores.

No es sino salir de los epicentros metropolitanos de las ciudades capitales para ser testigos directos de lo vulnerable que son los barrios de la periferia. A lo largo y ancho de Colombia hay millones de habitantes en medio de las montañas, al lado de los ríos, viviendo en barrancos a la vera de caminos, sin ninguna seguridad y sin que nadie haga nada para evitarlo o prevenir futuros desastres. Cada que llueve, la eventualidad de tener un nuevo Gramalote o un nuevo Salgar aumenta por la falta de planeación de los municipios y obviamente por la terquedad y mala educación de los habitantes en estas condiciones de vida. Pero es responsabilidad de los gobernantes preocuparse por mejorar la educación, por darles a los colombianos habitaciones dignas y concientizarlos de lo peligroso que es tener una casa a pocos metros de un río, una quebrada o una simple cañada. Es urgente que las oficinas dedicadas a la prevención redoblen esfuerzos para que no se vuelva a presentar una situación como Salgar o Gramalote, solo para citar unos ejemplos recientes.

Las autoridades nacionales, regionales y locales no pueden ser bomberos apaga fuegos, deben ser preventivos ejecutando políticas públicas que hagan que las personas bajo su jurisdicción no habiten zonas de alto riesgo. No es fácil, pero debe trabajarse desde los niños y brindarles alternativas de vida más allá del peligro. Llorar sobre la catástrofe es más fácil que prevenirla, pero no debemos dejar que la situación de Salgar pase desapercibida y haya conciencia del papel de las autoridades en este asunto. No todo es ayuda y lamentos, es cuestión de recapacitar sobre el papel de los gobernantes y los gobernados. Hay que preguntarle al Alcalde de Salgar, al Gobernador de Antioquia, qué habían hecho para tratar de sacar a estas personas muertas de una zona de riesgo.

Ciertamente, la naturaleza tuvo la culpa, pero es cuestión de responsabilidad levantar un mapa de riesgo detallado de cada municipio y de cada departamento, para trabajar en función del bienestar y la seguridad. Hay mucho que aprender cada que ocurren catástrofes causadas por avalanchas, terremotos e inundaciones, pero debemos activar el viejo dicho popular de que quien no reconoce el pasado o su historia está condenado a repetirla.

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