El Presidente todavía tiene mucho tiempo para equilibrar las cargas, pero primero deberá trabajar más en equipo
Cada gobierno tiene su esquema de manejo aquí y en todo el mundo y no hay caso comparar el estilo de un mandatario frente a otras latitudes o a sus antecesores, a no ser que se cometan errores que obliguen a ese paralelo. Lo que sí resulta necesario y obligatorio para cualquier mandato es la coordinación entre el equipo, las respuestas concretas y oportunas a los problemas, y el liderazgo y notoriedad del jefe del Gobierno, con el objetivo de tener armonía, brindar credibilidad y confianza, dirimir conflictos y dar señales contundentes frente a desviaciones éticas y morales. En términos sencillos y coloquiales, el jefe de Estado se asimila a un padre de familia que pone orden en la casa, da ejemplo, enfrenta los problemas y propone y lidera el rumbo.
¿Qué le está pasando al gobierno de Juan Manuel Santos? Es una pregunta cada vez más frecuente y no estamos haciendo alusión a sus críticos o a quienes tienen intereses políticos para sustentar sus posiciones, para quienes las fallas del ejecutivo hacen parte de su catálogo electoral. A regañadientes, el ministro de Hacienda debió aceptar la discusión simultánea de dos proyectos de ley fundamentales para el bienestar de los colombianos, como son las reformas a la salud y al régimen de pensiones, como si no los hubiera conocido previamente al interior del Gobierno.
El estallido de la crisis cafetera tuvo una gestación de varios meses, pues el paro fue anunciado con antelación y la realidad es que solo se actuó cuando no tenía reversa y comenzaron los bloqueos. Evidentemente la crisis tiene características estructurales que no surgieron en este Gobierno, pero la metástasis sí ocurre ahora y es responsabilidad del ejecutivo enfrentarla. Y la verdad, se evidencia una visión cortoplacista en las soluciones.
Los camioneros llevaban varias semanas de inconformismo y la ministra de Transporte lo sabía y estaba adelantando un proceso de conversaciones. Sorpresivamente, se decreta un aumento en los precios de los combustibles, que no puede ser interpretada sino como una acción descoordinada de los ministerios que tienen que ver con el asunto, con el agravante de creer que la opinión pública es ingenua y se traga el cuento de que es obligación aplicar la desgastada fórmula de ajuste. Solo queda la sensación del poco trabajo armónico y el poco olfato político de unos tecnócratas que no consultan o no les interesa la realidad.
Sorprende que el Gobierno anuncie que le pedirá a la Corte Constitucional un plazo adicional para presentar el proyecto de ley del Código Minero, cuando el máximo tribunal había dado ya 24 meses. La lista podría seguir. Solo hay que agregar un hecho insólito: entraron 200 o 300 reses vivas o quién sabe cuantas más de contrabando desde Venezuela como por arte de magia y nadie pone la cara para explicar ese cómo.