MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
La situación de HidroItuango no es nada buena y es un imperativo con la historia económica del país que Daniel Quintero, Carlos Felipe Córdoba y Diego Mesa, asuman el liderazgo
Sergio Leone en su película, “El bueno, el malo y el feo” (1966), plasmó las pasiones individuales de tres hombres del viejo oeste americano por un puñado de dólares. En la historia, la trama o la novela de Hidroituango, sus tres protagonistas actuales no pueden jugar a ser buenos, malos o feos, tienen el imperativo de ser todos buenos al final del desenlace, pues es una obra prioritaria para la generación eléctrica de Colombia. Ni el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, el contralor general de la República, Carlos Felipe Córdoba y el ministro de Energía, Diego Mesa Puyo, tienen roles y funciones en el reparto de esta película distintas a ejercer liderazgo ejemplar y solucionar los problemas que parecen acumularse con el paso de los días.
A los atrasos en la obra, los sobrecostos, los problemas financieros de los constructores, las investigaciones fiscales, los altos fallos de las entidades de control y vigilancia y a la necesidad de generar energía cuanto antes, se suma el alto voltaje de pugnacidad política en Medellín, epicentro de la trama, pero de impacto nacional, pues la generación de energía del país pende en casi 20% de lo que allí se haga. A Hidroituango lo ha rodeado un rosario de problemas que comenzaron con simples errores humanos a los que se sumaron perjuicios de la naturaleza y que hoy tienen en vilo la continuidad de una de las obras de ingeniería más emblemáticas del país.
Para bien de todos, es fundamental que la magna obra no se suspenda un segundo, ni mucho menos piensen empezar desde cero, pero las rencillas políticas y el afán por destruir lo avanzado, pueden abocar al país a cortes de energía en los próximos dos años e ineludiblemente al encarecimiento de la electricidad en todo el territorio nacional. Hay que insistir en que el problema no es de Medellín o del Departamento de Antioquia, Hidroituango es un asunto nacional en el cual están puestas todas las esperanzas de generación eléctrica para los próximos años, ilusión que no se puede parar.
Hoy la responsabilidad recae sobre esas tres personas (todas muy jóvenes y con futuro promisorio) que deben ejercer liderazgos positivos muy distintos, cada uno en medio de sus roles y funciones. El Alcalde de Medellín no solo debe nombrar un gerente idóneo de EPM, empresa pública socia del proyecto y ejecutora de la construcción, sino bajar la guardia y dejar el modo confrontación para dejarle algo bien importante al país: un Hidroituango operando en junio de 2022. El Contralor General está en medio de la revisión de segunda instancia de la responsabilidad fiscal de empresas y personas comprometidas en el problema, un recurso que debe ser atendido de cara al bien superior.
Y finalmente, el Ministro de Energía no debe ser inferior al reto de garantizarle al país varios planes alternativos si llegare a retrasarse más la entrada en generación de la importante hidroeléctrica. Quintero, Córdoba y Mesa rondan los 40 años, los tres eran adolescentes cuando el apagón de comienzos de los 90 llevó al país a su peor tragedia energética y que lo sumió en letargo del que solo se recuperó años más tarde. No se puede tapar el problema ni mucho menos dejar que vengan nuevos funcionarios a solucionarlo. Es un momento de grandeza con el país y para ello se necesita mucho liderazgo y una buena dosis de trabajo en equipo por el futuro.
Ilógico que Colombia, siendo uno de los países más ricos en ríos y lluvias, tenga problemas de suministro de agua para el disfrute humano y, más aún, que carezca de proyectos a futuro
La meta del Gobierno de una inflación de 5,5% al final de este año empieza a hacerse realidad; ahora la pelota está en terreno del Emisor, que logre que el consumidor sienta la realidad
Caminamos a una crisis eléctrica y de gas, temas que serán protagonistas en la campaña electoral que viene y que pondrán a prueba la ideología y responsabilidad de los candidatos