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EDITORIAL

¡Cuidado con los gastos en exceso al final del año!

sábado, 17 de diciembre de 2022

Las fiestas que arrancaron con el inicio de la novena, reuniones familiares, pago de la prima, regalos navideños y vacaciones de cambio de año, son el peor cocktail para sumar deudas

Editorial

Entre diciembre y enero, las deudas no solo se multiplican sino que se reproducen sin sentido y se juntan en un momento de crisis y ante una eventual recesión. Nadie niega que adquirir nuevas deudas durante las últimas semanas del año permite pasar un tiempo de felicidad en el círculo familiar o entre los amigos más íntimos, pero la resaca viene después en la primera quincena de enero cuando ese consumo fiado deba pagarse a los bancos, que por cierto hoy gozan de las tasas de interés más altas de las últimas décadas.

El grueso de la financiación del consumo con crédito, por encima de 37% y en algunos casos pegados a la usura refrendada por la Superintendencia Financiera de 41%, se convierte en una auténtica amenaza para la economía familiar que se embriaga de espíritu navideño, olvidando que no ha tenido un año fácil ni barato con una inflación alta presionada por los alimentos que suben en promedio 25%, servicios públicos a 7% y transporte 11%, promedio de lo sucedido durante los últimos 12 meses.

No obstante, las deudas bien administradas no solo son un entrenamiento en la difícil tarea de administrar los bienes escasos, sino que sirve para emprender en el futuro y enseñar a los hijos la difícil tarea de conseguir dinero y gastarlo de manera inteligente. Lo primero que se debe tener en cuenta en este momento para administrar los ingresos familiares es que el costo de vida está muy alto y que todos los bienes y servicios están por encima de su costo real, pero el final del año es una maratón de consumo que se convierte en una avalancha de compras que se lleva a su paso las quincenas, las primas y demás ingresos extraordinarios de fin de año.

El segundo punto para cuidar la economía familiar tiene que ver con el cuidado de los consumos innecesarios de bienes y servicios repetidos o inútiles que al final del día no representan ningún servicio real o cubren una necesidad básica insatisfecha; la publicidad y la moda son malos amigos por estos días, no ayudan en nada para alejarse de una compra innecesaria que poco aporta o es efímera. El tercer aspecto a tener en cuenta es el consumo conspicuo, de ese que habla, Thorstein Veblen, compras de bienes de lujo para conseguir reconocimiento, status y prestigio social. Es el vinculado al consumo de marcas de lujo que ayudan a muchas personas y familias a experimentar felicidad.

No tiene nada que ver con consumo de calidad, es decir compras de bienes y servicios más costosos por su calidad o durabilidad por de alto valor de los materiales, sino aquellas cosas que se adquieren para aparentar, enfocadas a formar y mantener un status social ficticio o guardar las apariencias e invertir en aspiraciones. Se puede caer en la compra de cosas prescindibles cuando el dinero es anunciante y las obligaciones presentes o futuras no existen, pero en un estado de aparente desempleo y recesión no es el mejor camino. Lo mejor en estos momentos de alto consumo decembrino es visualizar las verdaderas necesidades, la sostenibilidad de las cosas que se compran, su huella de carbono, el daño ambiental de las compras, el origen de los productos nacionales e importados, la distancia con los centros de explotación laboral, la responsabilidad de las marcas y todas esas tendencias de consumo sano que han abierto caminos por estos días.

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