¡Congresistas tienen la palabra en impuestos!

Fiel a su promesa, el ministro de Hacienda, Germán Ávila, dio a conocer durante la última semana de julio, a un año de terminar este mandato, el Presupuesto General para 2026, con el anuncio de que llevará en su interior otra reforma tributaria, la segunda de esta administración por un monto que supera $26 billones. Como siempre, el proyecto de ley será radicado con todos los pormenores en la comisión económica de la Cámara de Representantes, una corporación que ha dado muestra de afinidad con el Gobierno Nacional en todas sus iniciativas, por tanto, no tendría mayores problemas con ponerle más impuestos a los contribuyentes.

Quizá el fiel de la balanza estará en el Senado en donde hay congresistas mucho más fuertes y preparados técnicamente para cerrar filas en torno al daño que puede hacerle a la sociedad una nueva cascada de tributos, justo cuando la economía solo crecerá 2,7%, por debajo del tradicional 3% o 3,5%. El Presupuesto requerirá $556,9 billones, 28,9% del PIB, una cifra muy superior a todas las anteriores, bajo el argumento de que en el valor total, $501 billones se financiarán con recursos de la Nación, $29,6 billones con ingresos propios de los establecimientos públicos nacionales y $26,3 billones con una nueva reforma tributaria. Del monto total, $301,7 billones, corresponden a ingresos tributarios y $1,4 billones a no tributarios.

Al igual que el año anterior, el Presupuesto estará ligado a un debate sobre más impuesto lo que puede convertirse en un nuevo revés para el Gobierno Nacional que no tiene estructuras fuertes en el Congreso, puede ser que la Cámara de Representantes, al igual que con otras reformas, se pliegue al Ejecutivo, pero el verdadero debate sobre la carga tributaria no se dará sino hasta las plenarias o el Senado.

La radicación del proyecto de ley se da a solo ocho meses de las elecciones que eligen al nuevo Senado y Cámara, lo que se convierte en una espada de Damocles sobre los congresistas pues poner más impuestos siempre será una medida antipopular, más cuando el Presidente ha hablado de que los ricos deben pagar más tributos, sin más argumentaciones que una calificación subjetiva de riqueza.

Son los empresarios quienes generan el grueso de los empleos formales que a su vez corren con la cuenta del IVA y suman con sus retenciones en la fuente, y esos empresarios y emprendedores son castigados con una de las cargas tributarias más alta de los países desarrollados; hablar de cargar más impuestos a los ricos es temerario porque dicha definición no es técnica, qué es ser rico en Colombia, quién es rico y contra qué o quién se mide la supuesta riqueza, son preguntas que no se responden cuando el objetivo es sembrar resentimiento contra los generadores de empleo y grandes contribuyentes.

Hay un puñado de sectores -por lo general extranjeros- que sí deben pagar más impuestos como son las plataformas tecnológicas de juegos en línea, las de entretenimiento y los novísimos negocios de transporte tipo Uber o los explotadores de rentas vía Airbnb. También están las grandes corporaciones de China, tipo Amazon, como son Temu o Shein, que no solo generan una competencia insana con los productores locales, sino que no generan empleos ni pagan impuestos en donde se multiplican. Lo que no es coherente es que se cargue contra empresas y empleados.