MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
En tamaño de mercado y número de celulares el país gana un oro, pero en calidad de servicio, solo le alcanza para bronce.
El mercado de la telefonía celular en Colombia vive una de esas paradojas económicas difíciles de explicar y que nos dejan siempre a la cola de los mercados emergentes. Si bien en número de ‘celuhabientes’ sube a la no despreciable cifra de 46,5 millones de teléfonos móviles, en servicio seguimos empeorando, en la medida que crecen los tenedores de los imprescindibles aparatos.
Si nos tocara entregar medallas de premiación al mercado, a los usuarios y a las empresas prestadoras del servicio de telefonía celular, tendríamos que otorgarle una medalla de oro al número de usuarios que constituyen nuestro mercado; una de plata a los usuarios por la apropiación de las nuevas tecnologías y una de bronce -y eso como mucho- a las empresas de móviles. No hay derecho que cuanto más crece el mercado y nuevos usuarios se montan en la moda de la telefonía celular, las compañías multinacionales colapsen en la calidad de los productos que venden. Las fallas en cobertura, los errores en cobros, el deficiente servicio al cliente, el elevado costo del roaming internacional y la regular aplicación de la portabilidad numérica -opción que permite cambiarse de empresa sin modificar el número- hacen que el consumo del celular sea el nuevo dolor de cabeza de los colombianos.
Los mensajes de ‘sin servicio’, ‘buscando red’ o ‘conectando’, son tradicionales en las pantallas del teléfono móvil inteligente que ha ganado mucha penetración en el mercado colombiano. Pero lo que más molesta y afecta a los consumidores es que aún existan zonas urbanas en las grandes capitales donde el teléfono celular no funciona. Hablamos de muchas cuadras o manzanas en El Salitre y Rosales en Bogotá; El Poblado y Envigado en Medellín; Chipichape y La Flora en Cali, o Alto Prado en Barranquilla. Las llamadas se caen constantemente; no obstante, las empresas que prestan el servicio de llamadas cobran puntualmente por ese tiempo interrumpido. Sobre esta anomalía existen miles de quejas ante la Superintendencia de Industria y Comercio y existen en curso varios procedimientos de protección enmarcado en el nuevo Código de Comercio, pero no hay resultados concretos ni un mea culpa de los operadores.
Se necesita que las autoridades de vigilancia y control actúen y obliguen a las multinacionales a prestar un buen servicio. De las quejas de los clientes afectados no se escapan Claro, Movistar o Tigo que reportan mes a mes grandes utilidades, pero unas pírricas inversiones en nuevas antenas que redunden en calidad o nuevos procedimientos de cobro efectivo por el tiempo utilizado. Hay mucho margen para mejorar.
La política industrial del Gobierno está aún en el partidor, nada se ha hecho, la capacidad instalada de las empresas está en los mismos niveles de la ejecución presupuestal: ¡a 9%!
Los representantes a la cámara no pueden manejar dos discursos como los senadores: de labios para afuera en contra de la reforma y en la oscuridad de los pasillos transan todo
La bulla o la magnitud de las marchas del pasado domingo no hicieron cambiar de parecer a los senadores que empujaron la pensional a sus últimos debates en la Cámara