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Desde el punto de vista médico, los primeros indicativos de un problema de salud suceden así: primero hay un enrojecimiento, luego una inflamación y finalmente hay dolor. Entonces existe una enfermedad que se expresa interna o externamente. Mientras estos tres procesos no tengan lugar, las personas trabajan, estudian, hacen diversas actividades y demás.
La infraestructura constituye aquellas redes, fina y estrechamente entrelazadas, sin las cuales una ciudad o un país no pueden funcionar, pero que notamos cuando ya se han presentado dificultades o antecedentes que en su momento no habíamos observado con atención.
Así las cosas, la infraestructura es todo aquello que se toma como dado, que va de suyo, que se asume que funciona o debe funcionar, hasta cuando, en ocasiones, se presentan anomalías.
Las redes de comunicación, las carreteras, los sistemas de clínicas y hospitales, las entradas y salidas del país, los sistemas electrónicos e internet, en fin, la radio y la televisión, por ejemplo, son fenómenos que normalmente se asume que funcionan y deben funcionar para que la vida sencillamente fluya. Pero en ocasiones, ello no sucede así.
Literalmente, la infraestructura de una ciudad y de un país, constituye el tejido de nodos, clusters y hubs estratégicos para el buen funcionamiento de la existencia y de la democracia; de la institucionalidad y de la gobernabilidad. Cada vez más estas redes y sistemas se encuentran estrechamente entrelazados, y son crecientemente interdependientes.
Sin ambigüedades, puede decirse que el buen funcionamiento de la infraestructura en general tiene un carácter fractal.
Esto quiere decir, acorde con la geometría de fractales, que la estructura de un todo se corresponde exactamente con la estructura de una parte de ese todo. La vida moderna de las ciudades y el mundo está fundada en lo que en la geometría de fractales se denomina la autosimilitud. Esto es, una correspondencia estructural y dinámica que hace efectivamente posible el desenvolvimiento de las ciudades.
Porque es literal: las ciudades no simplemente exhiben o contienen vida. Mejor aún, son sistemas vivos. Sistemas que nacen, crecen, se desarrollan, en ocasiones se enferman, se pueden hipertrofiar, en fin, a veces mueren.
Con seguridad, el sistema responsable de la vitalidad o enfermedad de una ciudad, región o país es la infraestructura. La cual se articula, literalmente, como un sistema de sistemas, todos los cuales deben estar coordinados, algunos controlados, otros más flexibles, de suerte que la vida normal y saludable se haga posible.
Es fundamental el estudio, el cuidado y la observación de la infraestructura: la pesada y ligera; civil y militar; de comunicaciones y de salud, y demás, en un gobierno con una democracia sólida y ampliamente legítima. Análogamente a como en medicina hemos logrado el tránsito de la medicina invasiva a la medicina curativa, y de esta a la medicina preventiva, asimismo a nivel de la infraestructura debería ser posible una “medicina preventiva” a fin de que posibles dolencias, malestares y enfermedades no lleguen a tener lugar nunca, o si aparecen se las pueda curar y tratar convenientemente. Eso se llama un buen gobierno -local, regional o nacional-, y una democracia revitalizada. Un tema de estudio importante.