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La discusión dada sobre las vías 4G y la ausencia de tecnología de soporte adicional de telecomunicaciones, el impacto será grande para el país
“La logística, entendida como la capacidad de optimizar tiempos y costos de transporte, almacenamiento y distribución desde la fase de suministro hasta el consumidor final, es uno de los factores fundamentales para alcanzar la meta propuesta por Colombia de ser “uno de los tres países más competitivos de América Latina en 2032” (Informe Nacional de Competitividad, 2014).
Con esta meta en mente el país se embarcó en un ambicioso plan de mejora de su infraestructura de transporte. Entendiendo por ello la mejora de las vías terrestres de transporte, ampliaciones y creaciones de nuevos puertos y una gran inversión en obras para reducir tanto tiempos, como costos de transporte. Obras como el túnel de La Línea, la intervención de la vía a Buenaventura, la construcción del proyecto portuario de Aguadulce, en Buenaventura también, la ampliación del terminal de carga y de pasajeros del aeropuerto Eldorado en Bogotá, el crecimiento del puerto de Cartagena, entre otros, son ejemplo de este crecimiento en infraestructura que busca pasar a Colombia del puesto 117 (por debajo de Chile [45], México [66], Perú [101] y Brasil [114]) en la medición del WEF (WEF, 2013) de la calidad de infraestructura a un puesto que potencie su competitividad mundial, cercano a la calificación de Chile.
Todos estos esfuerzos combinados del Estado y particulares con gran músculo financiero se han visto en el último quinquenio de forma notoria como un cambio para el país. Y es que las inversiones en infraestructura son notorias. Modifican la geografía y las condiciones de vida de la población. Su impacto es notorio y altamente visible. Incluso con la discusión dada sobre las vías 4G y la ausencia de tecnología de soporte adicional de telecomunicaciones, el impacto será grande para el país, y seguramente deje de ser cierto el conocido dicho en el mundo logístico local: “es más caro transportar un bien desde puerto hacia el centro del país que desde el otro lado del mundo hasta el puerto”.
Esto es definitivamente un paso importante, pero debe trabajarse más. El 20% del PIB de Colombia (Dane, 2016) es aportado por la banca, y tan solo el 10% por la industria. De este 10%, debe examinarse el aporte de las Pyme. Puesto, que si bien se prepara el país para un que los bienes y servicios puedan movilizarse más ágilmente y a menores costos por las vías que conectan los diferentes eslabones de las cadenas de abastecimiento, la capacidad para movilizarse por ellos es limitada.
Esto se ilustra con la poca importancia que se le da en los planes de negocio a pensarse la infraestructura adecuada que debería tenerse para soportar el mismo. Dado que la infraestructura representa inversión y riesgo, y un apalancamiento financiero, ya sea de forma planeada o no, los microempresarios inician sin pensar en un proyecto de largo plazo que sea soportado por una infraestructura adecuada. Se ignoran los espacios, la tecnología vigente y los crecimientos futuros. El afán del día a día los consume y los negocios comienzan a perder viabilidad o a convertirse en simples entes comerciales de compra y venta que solo aseguran incrementos en precios para los consumidores y cambio de la acumulación del dinero de un lado a otro. Tal vez, la razón por la cual ese 20% mencionado antes seguirá aumentando. Pero la construcción de espacios que soporten el crecimiento del país se verá reducido a intervención estatal.
Es importante, que, aunque se quiera incluir en metodologías de diseño rápido de modelos de negocio, que garanticen lanzar a tiempo, antes de que otro llegue con la idea, siempre se considere en el apalancamiento de una infraestructura adecuada para ya sea el presente o el futuro. Hoy existen múltiples tecnologías que aportarían al crecimiento de estas empresas que incluso, podrían estar dentro de las posibilidades de inversión local. Pero ignorarlas es un seguro de fracaso en el largo plazo.