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En un discurso por cadena nacional, que se extendió por 28 minutos, la jefa de Estado calificó como extorsiónel accionar de los fondos buitre, que compraron deuda en cesación de pagos en 2008 e insistió en que el mecanismo avalado por el máximo tribunal norteamericano pone en jaque no sólo a la Argentina sino al sistema financiero y económico global.
Con un tono firme y crítico, pero más moderado que en oportunidades anteriores (como la cadena nacional de agosto de 2013, cuando la Cámara de Apelaciones de Nueva York ratificó el fallo de Griesa), Cristina enfatizó la voluntad de negociación demostrada por la Argentina de 2003 en adelante y remarcó que instruyó al Ministerio de Economía para que "adopte las medidas necesarias para que todos reciban su dinero".
En ese marco, aseveró que el próximo lunes 30, la Argentina cumplirá con los vencimientos por US$ 900 millones de los intereses de los bonos Discount, entre otros.
Si bien en ningún momento lo dijo de manera directa, eso implica mantener la sede de pago enNueva York, y para lograrlo debe conseguir tiempo en sede judicial. Eso significará buscar dilatar, mediante recursos ante la Corte de EE.UU y en la sede a cargo de Griesa, la ejecución de sentencia ayer convalidada por la Corte, por la que el país debe pagarle a los fondos buitre US$1.500 millones, todos juntos, sin plazo, cash, remarcó la Presidenta. Si esa estrategia falla, se trasladaría el pago de la deuda reestructurada a Buenos Aires, lo que en los hechos representa un default técnico.
"Les hablo a todos los argentinos y al 92% de los bonistas que creyeron en la Argentina. Vamos a cumplir con nuestras obligaciones y no se va a defaultear la deuda renegociada", dijo.
No obstante, sostuvo que debe distinguirse lo que es "una negociación de una extorsión" y puntualizó: "No vamos a ser cómplices de hacer negocios que algunos quieren instalar en el mundo".
Acotó que si la Argentina acata como está el fallo norteamericano, podría convalidar reclamos de otros bonistas que iniciaron el camino judicial por US$15.000 millones. "Eso es más del 50% de la totalidad de las reservas del Banco Central. Es absurdo e imposible que un país destine más de la mitad de sus reservas al pago de deudas", subrayó la jefa del Estado.
A la vez, alertó, dejaría abierta la posibilidad para que quienes entraron en los canjes 2005 y 2010 (92% de los bonistas) se sientan discriminados, "encuentren un juez, como Griesa, que atienda su pedido y así se caería toda la reestructuración de la deuda, como un castillo de naipes, y con ella, en definitiva, la República".
Con su negativa de ayer a tratar el caso argentino, la Corte estadounidense echó por tierra las expectativas alentadorasque se habían generado entre los propios funcionarios, los legisladores oficialistas y de la oposición, así como del propio gobierno de Barack Obama.
Todos coincidían que el escenario más factible era que el máximo tribunal estadounidense le diera vista al Procurador General de EE.UU., lo que extendería los plazos para el país. Pero el revés de la Corte, al desestimar de plano tratar el caso y la resolución del caso llamado discovery en favor de los fondos buitre tomó por sorpresa a todos. Salvo a la Presidenta, según sus propias palabras.
"El fallo no me sorprendió. Yo esperaba este fallo. Sabía lo que iba a pasar, no estoy sorprendida, ni enojada. Estoy muy preocupada", manifestó Fernández.
Al respecto, alertó que "esto no es un problema económico, financiero, económico o judicial. Es la convalidación de un modelo de negocios, por llamarlo de alguna manera, que si se sigue pronunciando va a provocar tragedias inimaginables". Y completó que con el fallo de la Corte de EE.UU. "se convalida una forma de dominación mundial financiera, sin necesidad de explotar a nadie, con la exclusión alcanza. Y con gobiernos dispuestos a hacer blindajes o megacanjes".
Antes de cargar directamente contra los fondos buitre, y aunque sin mencionarla de manera directa a la Justicia de EE.UU., la Presidenta hizo un repaso de cómo se llegó a la actual situación.
Se remontó a la dictadura militar y los gobiernos democráticos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, principalmente, para explicar el crecimiento exponencial de la deuda externa, que terminó en el default de 2001, tras las "dos más grandes estafas financieras de la historia: el blindaje y el megacanje".
Enfatizó que los fondos buitre compraron recién en 2008, bonos en default, de los cuales el 70% fueron emitidos por el megacanje y el resto fueron durante la convertibilidad de los 90.
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