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La presión sudamericana sobre el nuevo presidente de Paraguay, Federico Franco, por la destitución de Fernando Lugo, encierra riesgos potenciales para la mediterránea economía paraguaya, que depende de los puertos de sus vecinos Argentina, Brasil y Uruguay para el transporte y el abastecimiento y exportación de bienes.
Sin embargo, el Gobierno brasileño dijo que no tomará medidas que 'afecten al hermano pueblo paraguayo'.
Pero Paraguay se enfrenta a represalias de los entes regionales que integra, como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la unión aduanera Mercosur.
El bloque Mercosur, del que Paraguay forma parte junto a Argentina, Brasil, Uruguay, suspendió la participación de representantes del nuevo Gobierno en una cumbre que se celebrará el viernes en la provincia argentina de Mendoza.
Paraguay rechazó la decisión del Mercosur por 'precipitada' y su Ministerio de Relaciones Exteriores dijo en una nota que 'adolece del mismo defecto que se atribuye al proceso interno que le dio origen, y que se califica impropiamente como de ruptura del orden democrático'.
Venezuela, en tanto, anunció que dejaría de enviar petróleo a Asunción, pero el presidente de la estatal paraguaya Petropar garantizó el abastecimiento en el país, un importador neto.
El crudo atraviesa una mayor volatilidad porque guerra en Oriente Medio aumenta posibilidad de interrupciones en el suministro.
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