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Todas las personas hablan de la paz en La Habana, una situación que de acuerdo con el presidente reelecto Juan Manuel Santos, pronto llegara a su fin. Sin embargo, la paz debe estar presente en todas las cosas, en especial en las finanzas.
Hace poco, un amigo perdió su trabajo. No está preocupado aunque sabe que seguramente le tomará tiempo encontrar otro con un nivel de ingresos similar.
Me comenta que afortunadamente no tenía deudas de corto plazo, ni había hecho compras con mensualidades sin intereses. Aunque tiene un saldo pendiente en su tarjeta de crédito, se trata de compras cotidianas que piensa liquidar completamente, como hace cada mes.
Desde luego, él y su familia ajustarán un poco los gastos y se apretarán el cinturón. Posiblemente no salgan de viaje esta navidad y pospongan algunas metas de corto o largo plazo para las cuales se estaban preparando.
Mi amigo tiene un fondo para emergencias, que aunque no es demasiado grande, le sirve perfectamente para cubrir tres meses de gasto mensual promedio.
Por otro lado, recibió una liquidación con la cual puede fácilmente sobrevivir otros seis meses. Entonces, con su nivel actual de gasto, puede fácilmente vivir nueve meses sin empleo.
Claro: no es lo que planea; piensa encontrar trabajo lo antes posible. De hecho, ya está trabajando en eso: ha pulido su currículum y ha comenzado a llamar a sus contactos, gente que lo conoce y que confía en él.
Su única deuda es la hipoteca de la casa. Le ayuda el hecho de que ésta incluye un seguro que le cubre por desempleo durante tres meses cada año.
Entonces, la mensualidad que tendría que pagar es absorbida por la compañía aseguradora por lo menos durante esos tres meses. Este monto que no tendrá que desembolsar le ayuda a vivir, sin empleo, durante dos meses más.
Caso contrario
No quisiera imaginar qué hubiera pasado en otro caso. Si tuviera deudas con tarjetas de crédito y si su fondo para emergencias fuera inexistente.
Estaría, seguramente, en una situación verdaderamente desesperada. Diario escucho personas que dicen la ya clásica: “lo pago a meses sin intereses”, o que viven prácticamente al día, sin un peso guardado para imprevistos y esperando con ansias que les llegue la quincena. Por muy común que suene lo anterior, yo no podría imaginar vivir de esa manera.
Por otro lado, se nos olvida que las deudas son compromisos que adquirimos y aunque podamos pagarlas hoy sin problemas (o con esfuerzos), quizá mañana la situación cambie. Porque en el mundo actual el cambio es la única constante. Este ejemplo ilustra también la importancia de tener una buena situación financiera.
Una vida en orden y en equilibrio nos permite hacer más, aun cuando no tenemos trabajo o cuando vienen épocas de “vacas flacas”.
Nos da una tranquilidad que, desde mi punto de vista, es invaluable. Así que si hoy sientes que no puedes ahorrar, sientes que vives “al día” o por el contrario, tus deudas están aumentando, vale la pena que reflexiones qué pasaría si estuvieras en la misma situación que mi amigo y perdieras repentinamente tu fuente de ingresos.
Por otro lado, si trabajas por honorarios, recuerda que en este caso no tendrás una liquidación, como sí la tuvo mi amigo.
La paz y tranquilidad que nos da tener una situación financiera sólida, no tiene precio.
La Opinión
Ángela Mora
Economista y profesora del Politécnico Grancolombiano
“Tener las finanzas organizadas es muy beneficioso, porque eso genera una mayor organización de los gastos, los ingresos, y las inversiones de las personas”.