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Historia fiscal de la renta del tabaco

martes, 22 de diciembre de 2015
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Juan Camilo Restrepo

Aunque existen antecedentes de que la renta del tabaco es anterior al régimen Borbónico que comienza al despuntar el siglo XVIII, se han podido ubicar los orígenes del arbitrio rentístico del tabaco en fecha tan remota como 1639. Sin embargo, es evidente que tanto para España como para sus colonias americanas, la renta del tabaco hizo parte del sistema de estanco o de rentas monopólicas que fueron especialmente importantes durante la monarquía borbónica. 

Tanto en España como en América se pueden distinguir en la organización de la renta estancada del tabaco dos etapas, por lo general claramente determinables. Originalmente la renta del tabaco, tanto en España como en América, se comenzó a aplicar como un monopolio arrendado o delegado a terceros. Este sistema empezó a tener vigencia en España desde el año 1700. En una segunda etapa podemos establecer que la renta del tabaco pasa a ser sistemáticamente administrada directamente por la corona; esta fue una característica propia del régimen borbónico que abogaba por la administración directa de los impuestos. 

Es sorprendente notar cómo en un periodo de tiempo relativamente breve, la renta del tabaco llegó a representar un porcentaje tan considerable de las rentas fiscales todas de la Real Hacienda. 

Durante el apogeo de la renta del tabaco en el periodo colonial -que en América podemos ubicar en la segunda mitad del siglo XVIII y que en el virreinato de la Nueva Granada coincide con sus últimas tres décadas- el producido del estanco del tabaco llegó a representar  entre 20% y 25% de las rentas fiscales todas de la Real Hacienda .

La historiadora Margarita González, autora de una de las mejores monografías sobre el tema de que disponemos, anota que “se estima que la renta estancada el tabaco, de la época colonial, representó en toda América más de 100% del capital invertido, siendo este uno de los negocios estatales más deslumbrantes de la última parte del periodo colonial” . Lo anterior significa que la venta del tabaco fue uno de los tributos más productivos de que dispusieron las colonias americanas, y quizás el de mayor productividad. 

¿Por qué el tabaco era un producto que se prestaba satisfactoriamente para generar una renta estancada?
1. Sin ser un producto en esencia de primera necesidad como la sal, la generalización de su consumo -sobre todo en las clases más populares de la población- lo terminó haciendo, en la práctica, un producto de primera necesidad; que era una de las características que dentro de la visión  borbónica de las rentas estancadas deberían tener estos tributos.

2. Su producción era fácilmente regulable; se podía circunscribir a áreas específicas; a diferencia de lo que sucedía con otros productos de primera necesidad cuya producción estaba dispersa en todo el territorio colonial lo que hacía muy difícil la técnica del estanco, como era el caso del trigo.

3. Era factible establecer precios de arbitraje relativamente amplios entre los precios de compra al productor y de venta al consumidor. La diferencia entre los dos precios era generalmente superior a 150%. “Lo compraba en las agencias situadas en cada zona -factorías -y lo vendía en las administraciones, estancos y estanquillos (los estancos eran sucursales de las administraciones y los estanquillos eran sucursales distribuidoras de los estancos)”. 

Otras dos características que debían tener las rentas estancadas eran las de poder ser susceptibles de un proceso de manufactura y poseer un mercado asegurado; en el caso del tabaco estas dos características se cumplirán plenamente: entre las hojas crudas compradas al productor y el tabaco vendido al público mediaba un proceso de transformación (ya fuera en la producción de polvos para el consumo de rapé o en la confección de tabacos o similares), que igualmente gozaba de un mercado relativamente seguro dado al aumento que se había dado en los consumos. 

De hecho muchas de las instrucciones que podemos verificar que se expidieron en materia del estanco del tabaco iban dirigidas en la dirección de abrir tantos estanquillos o estancos como fueran posibles en las regiones, de tal manera que la adquisición del tabaco fuera fácilmente accesible a los consumidores.

Para los propósitos del Real Erario -ha dicho Sierra- “los bienes sujetos al monopolio debían tener, al menos, dos características”: ser susceptibles de un proceso de manufactura y poseer ya un mercado seguro. El proceso de manufactura, aún rudimentario, permitía la intervención estatal en la cadena de producción, introducía el control de dicha producción y en definitiva facilitaba la imposición del gravamen; además, dificultaba la competencia ilegal. 

Debe observarse, sin embargo, que con los productos agrícolas una administración de este tipo es menos funcional. Por mercado “seguro” se entiende aquí un alto nivel de consumo del bien (consumo cotidiano y de todas las clases sociales) así como la facilidad de impedir que los particulares produjeran por su cuenta el bien monopolizable, y/o que consumieran la mercancía producida ilegalmente” .

Como se ha indicado, una de las características del estanco del tabaco era la de que las zonas eran específicamente señaladas. Por ejemplo, cuando se reorganiza el estanco del tabaco a raíz de las instrucciones del visitador Gutiérrez de Piñeres, de las que hablaremos posteriormente, quedaron excluidas, es decir, su cultivo quedó prohibido, en Girón, Piedecuesta, San Gil, Zapatoca, Charalá y Simacota. Como se sabe, este fue uno de los factores detonantes de la revolución comunera, donde el malestar que explotó no fue tanto por los precios pagados como por la prohibición de sembrar en determinadas áreas.

En 1777, cuando tuvo lugar la reorganización del estanco con la visita de Gutiérrez de Piñeres, “se excluyeron del cultivo legal los centros de Charalá y San Gil, a la vez que se restringió la producción tabacalera de Simacota. En 1778 quedaron solo dos regiones habilitadas para el cultivo, a saber, la parroquia de Zapatoca y el valle del Río de oro, un tributario del Lebrija a lo largo de cuya rivera se encuentran Girón y Piedecuesta”.

La preeminencia de la producción de tabaco en área y en volumen la tuvo entonces el distrito de Ambalema y del Alto Magdalena. Esto estuvo muy relacionado con el malestar comunero en el que, como hemos mencionado, uno de los detonadores  fue precisamente la restricción de áreas tan drástica que se establecieron con las instrucciones de Gutiérrez de Piñeres.

Desde el punto de vista administrativo, debe observarse cómo funcionaba la renta estancada: había regiones circunscritas que eran las únicas en las que podía sembrarse tabaco y centros de procesamiento y de distribución desde donde se surtían los mercados asignados. “En primer lugar, estaba la dirección de la renta de tabacos que se ubicó en Santa Fe y de la cual emanaba el gobierno administrativo de cinco administraciones principales encargadas de comercializar el producto de otros tantos centros de cultivo. 

El centro productivo de Ambalema nutría, a través de su factoría, tres grandes centros distributivos o administrativos principales: la Administración principal de Honda, que jugó siempre el papel de punto de partida de la distribución de la producción tabacalera del alto Magdalena, y las dos administraciones principales para Antioquia y la costa Atlántica. La administración principal para Antioquia tuvo su sede en Medellín, mientras que la administración principal para la costa Atlántica tuvo diversas sedes a lo largo de la vida del estanco según el movimiento económico de la región. Originalmente la sede se estableció en Mompox, dada precisamente  la importancia del movimiento económico en torno a este centro a fines del siglo XVIII. En este puerto fluvial tenía lugar el cambio de embarcaciones de toda la mercancía  que fluya río arriba y río abajo, vale decir, la realización de un importante comercio de importación y exportación. Más tarde las ciudades de Cartagena y Panamá asumieron la función distributiva central del tabaco proveniente del interior, y en alguna medida, del tabaco de procedencia cubana.

El centro productivo del Cauca, cuya factoría funcionó en Llano Grande (Palmira) debía surtir la administración principal de Popayán, que tenía a su cargo una distribución más que todo regional o local. Y por último, estuvo la importante administración de Santa Fe, destinada a distribuir el tabaco en toda la región oriental del Nuevo Reino; “sus abastecimientos provenían de los dos centros productivos que se establecieron en Girón y en los llanos de Casanare”. 

El caso de Cartagena siempre fue excepcional pues, en la práctica, su consumo fue atendido en una buena proporción por tabacos provenientes de Cuba. En la memoria que el Virrey Manuel de Guirior deja en 1776 a su sucesor Manuel Antonio Flórez, podemos leer lo siguiente: “En las provincias de Cartagena y de Panamá han sido incomparablemente mayores las utilidades que ha rendido al erario la venta del tabaco en hoja, aunque con la desgracia de que su principal provisión depende de los tabacos que se conducen de la isla de Cuba, por estar los habitantes acostumbrados a su uso y ser preciso acomodarse a su gusto, no obstante que en Panamá se procura aprovechar el que se cosecha al interior del Reino y de que siempre ha dirigido mis intenciones a proporcionar los medios de introducir en una y otra providencia el uso del tabaco que se cosecha en el virreinato, considerando que como asunto que consiste en el capricho de los hombres, podrá vencérseles franqueándoseles de una y otro en los principios para que con insensible disimulo se destierre el de Cuba, y sin necesidad de ocurrirse a territorio ajeno, tengan las administraciones el abasto correspondiente, por ser este un género que apenas hay en provincias que no lo produzca ”.

El que la explotación del estanco fuera exitosa estaba muy relacionado con que no se presentaran fenómenos de sobreproducción, y que la calidad fuera aceptable. En las instrucciones para el manejo del estanco siempre se echan de ver estos dos factores para evitar siempre la sobreproducción delimitando muy claramente las comarcas donde era permitido el cultivo y al mismo tiempo exigiendo unas calidades mínimas. 

Uno de los aspectos más interesantes de la implantación del estanco del tabaco en el Virreinato de la Nueva Granada consistió en que fue unos de los primeros intentos de planificación económica y agrícola, puesto que el establecimiento de las áreas donde el cultivo estaba permitido, y la restricción de otras donde estaba prohibido, suponía el cálculo de producción y consumos.  A fin de que no hubiera ni sobreproducción ni deficiencias en la oferta. Y todo esto se hacía con un instrumental estadístico, por supuesto, muy deficiente que era el disponible para la época.

Estas restricciones estaban estrechamente relacionadas, dice Margarita González, con un problema específico que planteaba la producción tabacalera, lo mismo que la de caña en el mundo colonial, a saber: la amenaza constante de una sobreproducción con la consiguiente fluctuación de los precios. 

“El estanco evitaba este problema no solo a través de la restricción de las tierras cultivables y del número de tierras que podían sembrarse sino también con la destrucción de las hojas de calidad inferior”. 

La única organización tabacalera que tenía vocación intercontinental era la de Cuba. La real fábrica de Sevilla se surtía básicamente de tabacos provenientes de la misma España como de tabaco cubano; y para atender gustos especiales de los consumidores de la península de tabacos provenientes de Virginia y de Brasil. En una primera instancia la fábrica de tabacos de Sevilla se especializó en la producción de tabaco en polvo rapé. El monopolio tabacalero cubano fue también el más temprano de toda la América española (1680); y más tarde la organización formal del monopolio y del cultivo de los “vegueros”, como desde entonces se llamó a los cultivadores del tabaco en Cuba, data de 1717. El consumo del tabaco bajo la forma de Rapé tomó gran fuerza y generalización durante la dinastía borbónica.

Y como lo hemos dicho, la real fábrica de Sevilla donde ahora funciona el claustro principal de la Universidad Hispalense, se surtía de tabacos producidos en la península, de tabacos cubanos y de la Virginia lo mismo que de Brasil para atender el gusto de los consumidores.

la renta del tabaco, tanto en España como en América, se comenzó a aplicar como un monopolio arrendado o delegado a terceros.

El que la explotación del estanco fuera exitosa  dependía de que no hubiera  sobrepro-ducción y de una calidad que fuera aceptable.

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