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Analistas 30/04/2024

¿El progresismo merece cuatro años más?

Paula García García
Conductora Red+Noticias

Justo en el momento en el que se acentúa el esquivo talante democrático de este gobierno, el Presidente habla de merecimiento y tiempo. La pregunta es, ¿para qué? ¿Para recrudecer el tono impositivo?, ¿para desconocer acuerdos?, ¿para poner en tela de juicio a las instituciones?, ¿para persistir en su discurso contra la que denomina clase dominante?, ¿para destruir lo construido?

Mucho le costó a la izquierda llegar al poder en Colombia y, ahora, en lugar de demostrar, con hechos, que su proyecto político es capaz de llenar los vacíos y generar la equidad que la derecha dejó en veremos, desperdicia, presa de un profundo desprecio, la oportunidad de convocar a sectores que le permitirían, como tanto predica, materializar cambios históricos.

Mientras la opinión pública se declara confundida por aquello que no es otra cosa que el típico juego del policía malo y el policía bueno, que en este caso encarnan Laura Sarabia, Luis Fernando Velasco y Guillermo Alfonso Jaramillo con su sentido abrazo al exministro Alejandro Gaviria; el jefe de Estado se radicaliza. Efecto esperado, pero indeseado e inconveniente tras las multitudinarias marchas del 21 de abril. A mi manera o no hay trato, parecería ser la máxima a la que se aferra.

“Nos quedan dos, alcalde, nos quedan dos”, decía un excitado Gustavo Petro en San Diego, Cesar, refiriéndose a los años de mandato que le restan. Dos años que, de querer, podrían ser suficientes para recomponer el rumbo, consensuar y entonces sí, liderar transformaciones que pasen a la historia, recuerden y agradezcan generaciones enteras. Sin embargo, también podrían ser, dos años, pésimos consejeros.

Ante los hechos y lejos de la paranoia; inevitable, casi imperiosa, aparece, entonces, esa segunda inquietud que cual siamesa convive con la primera: ¿Cómo se concreta dicho ′merecimiento‵? ¿A qué se refiere el mandatario cuando proyecta su propuesta hasta el 2030? ¿Se trata de buscar un nuevo candidato que dé continuidad a su ideología o está acaso anunciando que persigue perpetuarse en el cargo? Hacer tambalear la Constitución del 91 es, a todas luces, irresponsable y, sobre todo, irrespetuoso con un pueblo que en las calles manifestó enorme descontento.

Merecer exige sembrar para recoger. Implica coherencia. Requiere empatía. Tres condiciones, situaciones, acciones; llámenlas como quieran, que, a propósito de tiempos, en casi 24 meses, brillan por su ausencia. En tanto el progresismo insista en mostrarse arbitrario, poseedor de la verdad absoluta, enemigo del discernimiento y únicamente quiera borregos, estaremos más cerca de convertirnos en Venezuela que de concretar un ideal de país por el que apostaron millones de colombianos.

Otros cuatro años ―si en realidad son solo cuatro―, para promover el odio de clases, dejar manos extendidas, dar portazos, arrinconar al empresariado, ponderar las banderas de una revolución que fue violenta y desacreditar hasta el mínimo logro del pasado, sería nefasto.

El merecimiento se cultiva y se gana en franca lid. ¿Cumplirá el cónclave, al margen del escandaloso retraso, con su misión reflexiva y autocrítica? ¡Veremos!

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