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Analistas 21/07/2015

Una perdurable (y falsa) narrativa sobre el estado benefactor

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Sin embargo, pienso que también es importante entender de dónde viene esto. En parte del Sr. Bush, quien está postulándose para la nominación presidencial republicana, en sus esfuerzos por defender su tonta afirmación de crecimiento de 4 por ciento; pero casi estoy seguro de que también viene del dogma de “nación de tomadores” que domina completamente el ala derecha de Estados Unidos.

En un debate reciente que sostuve con Stephen Moore, de la Fundación Heritage, una de las preguntas planteadas por el moderador fue, si recuerdo correctamente, “¿Qué harían con la creciente clase marginada de Estados Unidos que vive de la seguridad social?”

Cuando dije que la premisa estaba equivocada, que esto de hecho no está pasando, hubo incredulidad general (esto es parte de lo que la derecha sabe que está pasando). Cuando el Sr. Bush habla de que la gente trabaje más horas, probablemente está pensando principalmente en hacer que los vagos que viven de la seguridad social salgan a trabajar.

Pero, tal como lo pregunté hace unos meses, ¿dónde están esos programas de los que la gente supuestamente está viviendo? El programa Temporal de Asistencia para las Familias Necesitadas es diminuto; lo que queda es el Crédito Fiscal sobre el Ingreso Percibido, los vales de comidas y los beneficios por desempleo. El gasto en vales de comida y seguro por desempleo aumentó durante la crisis económica, pero cayó rápido. Y el gasto general en “seguridad en el ingreso” no ha mostrado ninguna tendencia como porcentaje del PIB.

¿Pero no hay una epidemia de gente que se declara discapacitada? De hecho, no. Hay que tener en mente la realidad de que la gente no permanece perfectamente sana hasta que llega a los 65 o 70 años, o cualquier edad que los plutócratas piensen que sea el límite para dejar de trabajar. Como podemos atestiguar todos los que somos pre-mayores, las cosas empiezan a salir mal con mayor frecuencia durante el ciclo de la vida; a veces pueden manejarse, pero a menudo no, especialmente entre los trabajadores manuales. Y si analizamos las tasas de discapacidad ajustadas por edad, han permanecido igualmente o incluso han caído.

Por supuesto, ninguno de estos hechos mellará la narrativa del ala derecha: simplemente saben que el número creciente de vagos que viven de la seguridad social es un problema, pese a que básicamente no hay un Estado benefactor, y que no hay más vagos que antes.

El argumento de ‘más horas’

Durante una entrevista ofrecida en New Hampshire a principios de mes, Jeb Bush, candidato presidencial republicano, dijo a sus partidarios que cree que Estados Unidos debería apuntar a una tasa de crecimiento económico de 4 por ciento cada año.

Para ello, explicó el Sr. Bush, “tenemos que ser mucho más productivos … esto significa que la gente debe trabajar más horas y, con su productividad, ganar más ingresos para sus familias. Esa es la única forma en que vamos a salir del bache en el que estamos”.

Los comentarios del Sr. Bush provocaron fuerte crítica de algunos comentaristas, quienes señalaron que los estadounidenses ya registran de los horarios de trabajo más largos del mundo industrializado. Por ejemplo, una encuesta reciente de Gallup informó que los estadounidenses trabajan en promedio de 47 horas por semana.

El Sr. Bush clarificó posteriormente que simplemente quiso decir que los trabajadores de medio tiempo de la nación deberían poder adquirir trabajos de tiempo completo, aunque varios analistas han señalado que para lograr una tasa de crecimiento de 4 por ciento, la mayoría de los trabajadores de Estados Unidos efectivamente tendría que trabajar más horas.

Ezra Klein, un comentarista de Vox, señaló que la economía ha crecido a un promedio de 2.7 por ciento por año desde la administración de Reagan, y que “ningún presidente de la historia reciente de Estados Unidos ha podido sostener un crecimiento de 4 por ciento”. El Sr. Klein también cuestionó el uso del PIB como única métrica de potencial humano. “¿Realmente cuánto vale el crecimiento económico?”, escribió. “¿Cuál es el valor de forzar a la gente a empleos de mala muerte y bajo sueldo? Si pudiéramos crecer el PIB cada año a una tasa de 4 por ciento pero ello significara que todo estadounidense sano y fuerte tuviera que trabajar horas extras al día en ventas telefónicas, ¿lo querríamos?”, cuestionó.

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