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Analistas 21/07/2022

Coherencia señores congresistas

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Sí, ya todos sabemos que el de Colombia es un régimen presidencialista. Sin embargo aunque fuera por una cuota de mínima decencia, una puesta en escena o una estrategia de disimulada extorsión, el Congreso ha jugado con cierto nivel de independencia. Esta vez mucho me temo que la mayoría cayó rendido ante las negociaciones de un hombre hábil, audaz y muy osado: Roy Barreras. No es que me moleste que el nuevo gobierno tenga las mayorías aseguradas en el Congreso, lo que me inquieta es que esa aplanadora, que empieza a funcionar desde hoy, trabajará alimentada por la incoherencia. Ver atrevidamente cómo un Partido Liberal que antes de la primera vuelta le hizo la campaña de plaza pública a Federico Gutiérrez, lo apoyó y se tomó la foto proforma Minerva en el salón de té, el mismo liberalismo que en segunda vuelta disimuladamente apoyo a Rodolfo Hernández, ahora aterriza en paracaídas y sin asomo de vergüenza en el petrismo es ver, de verdad, la decadencia de la política. Se acomodaron en la coalición de un gobierno con el que muy pocos hace un mes se sentían identificados.

Pero lo de los liberales es apenas vergonzoso frente a lo temerario que resultó la movida del Partido Conservador. Es que el gobierno de Gustavo Petro es el primero de izquierda que llega al poder en Colombia, eso puede generar mucha incertidumbre pero también resulta refrescante para un país que no ha probado otras fórmulas de política. Sin embargo lo mínimo que se esperaba es que la antítesis de esa ideología fuera legítima y genuinamente un partido de oposición. O sorpresa saber que ellos, los conservadores también se convertirán en un apéndice de la coalición oficialista. Optaron por el camino fácil, rápido y el que atiende a su “vocación de poder”; una vocación que no es la de ejercer la investidura que representa ser congresista, sino la de recibir una tajada de la gran torta burocrática que se reparte ajustadamente, alcanzando para el Partido de la U y Cambio Radical.

Y repito, no es que me moleste que el nuevo gobierno tenga amplias mayorías, mi enojo es ante la hipocresía de los políticos que según la partida sacan de entre la manga la carta que les conviene.

Claro, no solo está de por medio el soborno con cuotas en el Estado, también la presión. O, ¿cómo podría calificarse la afirmación de Barreras cuando dijo “vamos por la presidencia de Cámara y Senado y quienes estén en oposición no tendrán mesas”? Mejor dicho el poder desde la soberbia, cerrando los espacios a esa otra Colombia que también exige representación.

Pocos han entendido que se puede estar en la oposición y hacer un contrapeso racional e inteligente al gobierno como lo ha planteado el Centro Democrático. Tampoco que hay una independencia congruente como la que sostendrá Humberto de la Calle, quien fue el jefe negociador en proceso de La Habana al lado del mismísimo Roy Barreras y no por eso cedió a los cantos de sirena de declararse de gobierno. También se puede ser de la coalición y mantener la línea crítica de una promesa de cambio aunque eso cueste disputas públicas como lo ha hecho Gustavo Bolívar.

¡Coherencia señores Congresistas!

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