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La firma del “Plan de Cooperación para avanzar en la adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta” -más conocida como la Ruta de la Seda- puede parecer, a primera vista, una jugada estratégica en un tablero global cada vez más confuso y multipolar. Pero en el fondo, este acuerdo con China encierra más preguntas que certezas, más riesgos que oportunidades claras, en el que el gobierno nacional careció de consultar públicamente con los gremios de la producción, empresarios o el sector académico colombiano.
El comercio entre Colombia y China es profundamente desequilibrado. En 2024, mientras Colombia exportó apenas US$2.300 millones, China nos vendió más de US$16.000 millones. Una balanza comercial negativa casi siete veces mayor. Peor aún: nuestras exportaciones hacia ese país están en caída, mientras que las importaciones crecieron un 15% en el último año. ¿Y las tendencias actuales? Apuntan en la misma dirección.
Ante esto, cabe preguntarse: ¿Qué beneficios reales traerá a Colombia esta adhesión a la BRI, por sus siglas en inglés? Buscar nuevas oportunidades comerciales fuera de nuestra zona tradicional de influencia -como Estados Unidos o Europa- es sensato en un mundo en transformación. Pero entrar de lleno en la órbita económica china sin contrapesos ni condiciones claras parece una apuesta temeraria.
China no es una economía de libre mercado. Sus puertas están entreabiertas solo para unos pocos productos, luego de largos y complejos procesos de admisibilidad. Tomemos la carne bovina colombiana como ejemplo: tardó más de una década en ser aceptada, y hoy apenas un puñado de frigoríficos están habilitados. Otros productos, como el pollo, la carne porcina o los limones Tahití, siguen esperando turno. Mientras tanto, las exportaciones chinas a Colombia se centran en tecnología -teléfonos, computadores, motocicletas-, mientras que nosotros seguimos vendiendo café, ferroníquel y crudo. Nada nuevo bajo el sol.
Además, el Plan de Cooperación con China no incluye compromisos comerciales vinculantes que busquen corregir este desequilibrio. Tampoco contempla medidas para prevenir prácticas desleales ni salvaguardas para proteger a la industria y el empleo nacional. Y no olvidemos que la administración Trump ha denunciado reiteradamente a China por aplicar barreras arancelarias altísimas, subsidios estatales, proteccionismo disfrazado y violaciones a la propiedad intelectual.
Las consecuencias geopolíticas no se harán esperar. La Oficina del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EE.UU. ya anunció que se opondrá a que el BID y otras instituciones financieras multilaterales financien proyectos en Colombia si involucran empresas estatales chinas. Es decir, la segunda línea del metro de Bogotá, entre otros proyectos clave, podría quedarse sin financiamiento internacional.
Y si miramos hacia el futuro digital del país, la situación se vuelve aún más delicada. La posible participación de empresas chinas en la licitación pública de servicios de nube (cloud) plantea un riesgo mayúsculo en términos de seguridad nacional. Si bien es legítimo buscar precios competitivos, hacerlo a costa de relajar los requisitos técnicos puede abrir grietas irreparables en la protección de los datos personales y financieros de millones de colombianos, y ni que decir de la seguridad nacional.
La adhesión a la Ruta de la Seda no es solo un acuerdo comercial. Es una decisión política y estratégica de gran calado. No se trata de satanizar a China, pero tampoco de lanzarse a sus brazos con los ojos cerrados. Si no le exigimos condiciones claras y beneficios tangibles a China, podríamos terminar vendiendo nuestro mercado, nuestra infraestructura y nuestros datos... por centavos en el dólar, además de las consecuencias que esto traería frente a nuestro principal socio comercial e inversionista que es Estados Unidos.
Se suspende la regla sin mostrar cómo se usarán esos recursos, poniendo en riesgo la sostenibilidad y dejando en duda si ese endeudamiento aliviará las necesidades o solo pospondrá los problemas.
El panorama fiscal para Colombia no pinta nada bien. Por lo tanto, prepárese, tome medidas razonables y acompañe su estrategia empresarial de una correcta planeación tributaria
Trabajar para generar, adquirir y trasmitir experiencias y valorarlas, haciendo las cosas sin que se queden en el papel, pues solamente escritas no funcionan