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Analistas 16/10/2019

La levedad de la izquierda

Los correas, los maduros, los petros, los kirchners, los AMLOs, los evos, y sus hermanitos de leche, Unidas Podemos, tuvieron la semana pasada un breve momento de felicidad: todo parecía indicar que el gobierno del traidor Lenín Moreno caería, como habían caído media docena de gobiernos ecuatorianos por desafiar al pueblo y arrodillarse ante el FMI.

La celebración duro poco, porque el recursivo presidente ecuatoriano logró maniobrar con rapidez y desactivó una situación de conflicto grave que amenazaba su permanencia en el poder. El costo político, sin embargo, es significativo. El episodio le devolvió un aire al correísmo, involucrado hasta la médula en el escándalo de corrupción de Odebrecht, y agrietó la base de apoyo popular al gobierno, lo cual afectará a los candidatos oficiales en las próximas elecciones.

Mas allá de la coyuntura, varias cosas llaman la atención sobre los eventos en Ecuador. La primera -que todos debemos tener clara- en que los gobiernos de inspiración chavista no juegan con las reglas de la democracia liberal. Lo de ellos no es someter ideas al electorado, hacerse elegir, gobernar, perder, hacer oposición leal, revisar las ideas y proponerlas de nuevo para repetir el ciclo. Lo de ellos es ganar para quedarse y, si por alguna razón les toca irse, se encargarán de hacerle a su sucesor la vida imposible, al costo que sea. O si no pregúntenle a Peñalosa, a Macri y al mismo Moreno.

Lo segundo es que la retórica es más poderosa que la realidad. Correa dejó quebrada a la economía ecuatoriana cuando despilfarró, en costosos y poco efectivos programas sociales, una bonanza petrolera. Lenín Moreno ha hecho un gran esfuerzo por corregir la situación y, en vez de aplicar ajustes necesarios donde más duelen (salud, educación y pensiones), decidió reducir el subsidio a los combustibles fósiles.

Esto debería ser música para los oídos de la izquierda, la cual se ha sumado al loable propósito de combatir el calentamiento global. Pero no. En Colombia, por ejemplo, el petrismo celebraba los desmanes en contra de Moreno como si estuvieran ocurriendo en la calle 72 de Bogotá y aplaudieron con todas las ganas cuando se vio obligado a reversar los recortes. Paradójicamente, como lo demostró una tabla de The Economist, en Latinoamérica son los gobiernos de izquierda los que se gastan miles de millones de dólares en subsidios a la gasolina: Venezuela (US$20.500 millones), Bolivia (US$1.400 millones), Ecuador (US$3.400 millones), El Salvador (US$400 millones), Argentina (US$6.400 millones) y México (US$13.600 millones); dinero que se podría invertir en hospitales, colegios y vías.

Finalmente, esto demuestra que para la izquierda latinoamericana lo único que importa es llegar al poder y mantenerse en él. Todo lo demás está supeditado a estos fines. La campaña a favor del medio ambiente propiciada por Petro y sus compinches es puro cuento: cuando les sirve para criticar los excesos del capitalismo es útil, pero cuando es necesario tomar medidas efectivas que afecten sus bases de poder no tienen ningún problema en incendiar la pradera.

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