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Analistas 13/04/2024

Presente y futuro del peso

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

El precio del peso colombiano depende del precio y la cantidad de exportación de petróleo y carbón, que suman alrededor de 40% del valor total, las remesas de los emigrados a sus familias, el precio de los granos en los mercados internacionales, dado que las importaciones anuales suman 15 millones de toneladas, la inversión extranjera directa, en particular para financiar el cumplimiento de contratos de exploración y producción de petróleo, y flujos de capital de carácter especulativo. Por supuesto, hay otros rubros en comercio internacional y flujos de capital, pero estos renglones son los más importantes.

Se ha fortalecido en tiempos recientes por factores externos, como el elevado precio del petróleo por cuenta primero de la invasión rusa a Ucrania y luego por la problemática situación en el Medio Oriente a causa del conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás, y por la caída en el precio de granos, que había aumentado mucho en 2022 por cuenta del conflicto en Ucrania. Es preciso reconocer que la limitada canasta exportadora y, en general, la escasa participación del comercio internacional del país en el producto interno bruto y el papel preponderante de productos de escasa diferenciación en la canasta lo hacen muy volátil. Si bien el petróleo será todavía importante en el comercio mundial durante varias décadas, su precio elevado hoy es consecuencia de acuerdos entre los productores de bajo costo marginal: Arabia podría atender la totalidad de las necesidades del mundo durante tres décadas, con costo del orden de US$12 dólares. La probable sustitución de los motores de combustión interna por motores eléctricos para el transporte terrestre puede desembocar en que se prescinda de crudos de costo elevado, entre los cuales se incluyen los colombianos y los de crudo de esquisto de EE.UU., cuyo costo triplica el de Arabia.

Hacia adelante es importante diversificar la canasta exportadora. La época de producir manufacturas de costo competitivo con base en mano de obra barata se agotó hace más de medio siglo, por el encarecimiento relativo del trabajo formal y la integración de la economía mundial, con trabajo en países mucho más pobres. Es preciso enfocarse en productividad, lo cual requiere mejorar la infraestructura, la educación y la gestión pública y privada. En el largo plazo será preciso construir conocimiento, con políticas audaces, en inversión de riesgo a cargo del Estado.

Llama la atención el escaso interés en crecimiento rápido y sostenido, y en mejor funcionamiento de lo público en Latinoamérica Si bien el caso de Colombia, a la cual alguna vez A. López Michelsen llamó el Tíbet de Sudamérica, es extremo, los países grandes de la región, excepto México por su vinculación a los acuerdos de libre comercio de Norteamérica, y Chile, orientado hacia afuera, aunque con productos no muy diferenciados, están inclinados a mirar hacia adentro. Hace medio siglo naufragaron iniciativas de integración andina que habrían ampliado mercados bajo marco proteccionista, cuya consecuencia natural es el uso ineficiente de recursos escasos. No hay disposición a mirar hacia otros continentes donde las élites han entendido la importancia de aprovechar ventajas comparativas relativas. Las exportaciones eficientes son detonador del crecimiento rápido y sostenido. Colombia necesita ese sendero para lograr prosperidad.

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