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Analistas 06/02/2019

¡Dictadura, pa’ fuera!

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico

Los venezolanos no resisten más la tiranía que sufren por su Gobierno dictatorial. Los ciudadanos salen de nuevo a las calles, en forma pacífica, a enfrentar un mandato ilegítimo que se niega a que los valores democráticos sean las reglas de juego de su sociedad civil. Reclaman el retorno a la democracia que no es cosa distinta que la primacía de las leyes y no de la voluntad de un régimen en manos de una minoría.

La democracia no puede identificarse con el dominio de la voluntad de una minoría del partido Socialista en asocio con militares simpatizantes con esa ideología y con el proyecto de socialismo actual. Todo esto constituye una dictadura, no es ni democracia ni un Estado de Derecho porque atenta contra los valores democráticos.

Pluralismo y tolerancia exige la democracia. No admite imposición. Esto es lo que rechaza en forma heroica el bravo pueblo de Venezuela: el socialismo del siglo XXI. Todo esto a consecuencia de malos gobiernos que incumplieron promesas políticas a la ciudadanía, hecho que abrió paso al totalitarismo y que contó, inicialmente, con el respaldo de la gente que venía desencantada de mandatos anteriores. No es la primera vez que esto ocurre en Occidente.

La experiencia histórica confirma que de las deficiencias de los Gobiernos en la democracia pueden nacer regímenes y dictaduras totalitarias. No siempre ocurre, pero hay casos. No es un defecto de la democracia, es el resultado de las malas administraciones de lo público y de los malos partidos políticos. Los mandatos pésimos facilitaron la llegada del totalitarismo en Alemania con Adolf Hitler, en Italia a Benito Mussolini, en España a Francisco Franco, y en Venezuela a Nicolás Maduro y los militares.

El totalitarismo es derivación del desgobierno y de la personalización de la política en la democracia porque fabrica mesías, lo eleva a la categoría de líder y le atribuye un poder de jefatura natural de un partido o de una comunidad política, casi que con una unción sobrehumana lo que abre el camino para la implantación de una dictadura. Es la previa destrucción de las reglas de juego de la democracia y el alimento de las dictaduras.

Es el caso de Venezuela y de todas las naciones latinoamericanas que no escapan de ese peligro. Nuestra solidaridad con la ciudadanía venezolana a fin de que retorne la democracia. La catástrofe que vive el hermano país requiere de la intervención humanitaria nuestra.

La dictadura debe ser derrotada pronto. Las masivas violaciones a los derechos humanos no pueden continuar. Intervenir activamente en el proceso de lucha por derribarla es una condición necesaria para la democracia venezolana y para consolidar y perfeccionar la nuestra. La dictadura se ampara en la soberanía nacional y en la autodeterminación de las naciones para que no existan intervenciones humanitarias. Una total falacia su discurso.

Toda dictadura olvida que la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos descansa en la ciudadanía. Los venezolanos exigen el retorno de la democracia y la salida de la dictadura. Esa ciudadanía reclama la intervención humanitaria de la gente para arrojar al saco de la basura de la historia la dictadura. Las intervenciones en casos de catástrofes están autorizadas por el derecho internacional.

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