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Analistas 21/02/2012

Del carrusel al tiovivo

Edgar Papamija
Analista
La República Más
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En la Luciérnaga, uno de sus personajes, Salud Hernández, con acento peninsular diría: "joder, aquí no ha habido carruseles sino mucho tío-vivo". No hay sector de la administración pública que no haya sido víctima de sofisticados engranajes  para apoderarse miserablemente de los recursos públicos. Las obras públicas, los impuestos, los bienes incautados al narcotráfico, las notarias, la educación, las reinserciones, los subsidios, han sido víctimas de un "tío vivo" que roba o permite que otros lo hagan.

El Sistema General de Seguridad Social del país, es otro triste ejemplo de ese perverso sistema de robo sistemático. Creado para garantizar calidad, eficiencia, equidad,  universalidad en la atención de uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos, acusa hoy una serie de falencias, atribuibles la mayoría de ellas, al desenfrenado espíritu utilitarista que aqueja a nuestra sociedad. Las metas de cobertura que se propusieron, nunca se alcanzaron por la elevación de las cargas de los empleadores que impulsaron la informalidad, hoy cercana al sesenta por ciento de la población activa, comprometiendo una mayor utilización de recursos presupuestales para balancear un sistema que aspiraba tener veintitrés millones de afiliados al régimen contributivo, a comienzos del siglo, cuando hoy solo tiene diez, frente a veintitrés millones del régimen subsidiado, arriesgando la viabilidad misma del sistema.

De otra parte, la base teórica del Sistema, apuntaba a la competencia entre sus diferentes componentes, pero, otra vez, no se contó con la enorme capacidad de eludir la legalidad entre nosotros. Las aseguradoras que debían correr los riesgos del mercado, usaron toda su capacidad para asegurarse ellas, trasladar los riesgos a las Prestadoras de Servicios y convertirse en  los "pacman" de la Seguridad Social. Como si fuera poco, pasaron de intermediarios a dueños de la prestación del servicio de salud, y no contentos con eso, pusieron las condiciones para los pagos en valor y plazo, arrodillaron el Sistema, y lo pusieron a su servicio para obtener jugosas ganancias volviéndose políticamente inexpugnables.

Las tímidas reformas de las leyes 1122 de 2007 y 1438 del 2011, no lograron su cometido de mejorar la calidad, hacer incluyente la atención, unificar el POS y meter en cintura a las EPS para asegurar la sostenibilidad financiera y acabar con la inmoralidad en otros carruseles que aparecieron y que tienen que ver con los precios de las drogas, los costos de servicios no cubiertos en el POS, los recobros al Fosyga y el perverso mecanismo de las glosas para contener el cobro de servicios.  Para rematar con broche de oro, el Sistema de Seguridad Social reformó el régimen de prima media, creó el ahorro individual, pero no pudo desbaratar el carrusel de las pensiones jugosas en el Congreso y en el Poder Judicial. El Sistema requiere una reforma estructural urgente.

No me imagino las explicaciones de los honorables magistrados del Consejo Superior de la Judicatura, que asaltaron el erario permitiendo pensiones de doce y trece millones, mientras 80% de los colombianos aspiran a uno y dos salarios mínimos. Grave lo del Gobernador del Cauca, ex magistrado Ortega, como se autodenomina, quien tendrá que demostrar su inmaculado proceder en este asunto, para permanecer en el cargo, combatiendo la corrupción como lo ofreció en su campaña. La Contralora General y el Procurador, deben actuar para impedir que la Comisión de Absoluciones de la Cámara, haga su "oficio".

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