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Analistas 05/03/2025

No dejan trabajar

Ciro Gómez Ardila
Profesor de Inalde Business School

No es solo aquí, es en todo el mundo: los políticos no dejan trabajar. Pensará que me refiero a las restricciones que ponen al emprendimiento o la contratación; eso también. Pero aquí me refiero a que nos tienen todo el día, todos los días, atendiendo comunicados, escándalos, peleas, de las que es difícil aislarse y que mantienen nuestra atención puesta en ellos.

Naturalmente, la política es importante y determina buena parte de nuestra vida. Un buen o mal gobernante hace una gran diferencia. Incluso, se podría decir que hay momentos en que su relevancia debería ser mayor, como en tiempo de elecciones. Quizá ahí uno debería prestar más atención a sus palabras, sus vínculos, sus antecedentes.

Se sabe que la política tiene una íntima conexión -que viene de milenios- con el teatro. Los políticos son también, actores. Y como todo espectáculo, el teatro y la política requieren de la atención del público. Autores, actores y políticos deben intentar atraer la atención. Tienen éxito si lo logran y fracasan si no es así. «Que hablen bien o mal de mí, pero que hablen».

Lo que uno esperaría (o mejor, desearía) es que al igual que con otros espectáculos, tuviera sus temporadas, sus momentos de auge, pero, también, su retirada. Que el circo ponga su carpa, promocione sus maravillas, prolongue un poco la despedida, pero que, finalmente, monte sus pertrechos en las caravanas y no regrese hasta el próximo año.

Pero no, el espectáculo de la política, con sus tres pistas, se instala y no hay forma de evitarlo. Y como los cines rotativos, no descansan. Hace unos años los periódicos llegaban a la casa solo una vez al día, el noticiero era el de la noche y hasta la transmisión de televisión se interrumpía por unas horas. Estos períodos de descanso se han ido reduciendo y hoy -no digo ninguna novedad- estamos siendo continuamente bombardeados. Los titulares de los periódicos, que antes eran cuidadosamente elegidos pues no podían ser modificados, cambian cada hora. Se trata de captar y mantener cautivo al lector.

Permítame una digresión. Antes, con leer el titular y la entradilla de la noticia quedaba uno medianamente informado. Hoy, no sé si lo ha notado, las noticias se redactan al revés: un titular que genere interés, pero no diga nada, una entrada y un cuerpo que no aclaren y solo al final, la información que interesa. Un ejemplo: “Hay nuevo ministro” (pero sin nombre); luego, unos largos párrafos sobre el ministerio (para prolongar su lectura y evitar que vaya usted a enterarse sin suscribirse) y, solo tras la publicidad, el nombre y la afiliación política del nuevo ministro.

Los políticos no solo invaden los medios de comunicación, es que cada vez tienen más injerencia en todo, cada vez hay más actividades supeditadas a la política. Su influencia se extiende con cada nuevo impuesto y cada nueva regulación; quieren estar en todo, legislarlo todo, controlarlo todo. El empresario tiene que estar más atento a la política que al mercado.

Han tenido éxito: a toda hora nos mantienen alertas. Cuando pienso en ello, pienso en los excelentes libros que he dejado de leer, la maravillosa música que he dejado de oír y la cantidad de información irrelevante que he asimilado.

También es verdad que es mi culpa ¿Qué hago perdiendo el tiempo, cayendo en la trampa que tan hábilmente me ponen? ¡Habrá que rebelarse!

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