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ECONOMÍA

“La paz es la seguridad definitiva”

domingo, 15 de diciembre de 2013
La República Más
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Desde que el presidente Juan Manuel Santos llevaba 50 días aquí, en la Casa de Nariño, LR le ha preguntado a un grupo de 210 empresarios su percepción sobre su gestión y la de su gabinete. Y luego de tres años y tres meses de gobierno, apenas alcanza a pasar el año raspando, con promedio de 3.

Se sentó con el equipo de editores de LR a revisar las calificaciones y analizar las perspectivas económicas del país que tiene a cargo, en su primera entrevista como presidente-candidato, tras confirmar que buscará la reelección en 2014. Expone sus logros en materia económica hablando pausado, pero sentenciando con manotazos al aire cada argumento.

Investido de un reciente cultivo de canas que promete crecer, y una corbata rosada que lo blinda de suspicacias partidistas, defiende sus tesis y proyecciones con aire de sustentación académica. A su espalda, un balcón deja ver un jardín de cayenas sobrevolado por una familia de palomas inquilinas del palacio presidencial. Adentro hay un Cóndor, en la sala, donde cuelga otro cuadro de Obregón con un reloj viejísimo al lado. Debe tener más de 50 años, esperando que se haga realidad el título de la pintura: ‘Victoria de la Paz’. Ese propósito, vigente desde que el artista firmara la obra en 1983, sigue vivo y atraviesa cada una de las respuestas de Santos.

¿Usted cómo se autoevaluaría, y cómo analiza esta calificación de los empresarios?
Lo importante es ver los resultados, y los de este Gobierno a estas alturas son muy positivos. En la parte económica hay muchísimos frentes en que estamos teniendo el mejor desempeño de nuestra historia. Llevamos 40 meses seguidos disminuyendo la tasa de desempleo frente al mismo mes del año anterior. Hemos creado más de 2.575.000 empleos. La inflación nos coloca de primeros en América Latina, y es la más baja que hemos tenido. Con esos dos indicadores sumados se mide el índice de miseria, y es el más bajo de toda nuestra historia. La tasa de inversión, que es lo que predice el crecimiento futuro, y que hace unos años añorábamos que llegara al 15%, está llegando al 30%. En la parte fiscal, nosotros recibimos el Gobierno con un déficit de $18 billones y el año pasado cerramos con un superávit de $2 billones. La deuda externa ha venido bajando, con algo muy importante, se garantizó que esa buena situación se mantuviera hacia al futuro con reformas en el Congreso; una de ellas constitucional: introduce como criterio para tener en cuenta en cualquier acción, del orden ejecutivo, legislativo, o judicial, el impacto fiscal. A eso se le agregó la regla fiscal, esa especie de camisa de fuerza que nos autoimpusimos para mantener la disciplina fiscal ha generado una confianza tal que hoy los bonos que emite el Gobierno son de los más cotizados. La tasa de interés se ha venido reduciendo sistemáticamente, lo que se traduce en menores tasas para toda la economía, que a su vez genera más actividad económica. Lo que uno ve es una economía en su conjunto muy sólida, con un crecimiento por encima del promedio latinoamericano, con creces frente al promedio mundial, y con perspectivas muy positivas.

¿Qué perspectivas?
Las predicciones de crecimiento de este año, por el mal comportamiento de los dos primeros trimestres, eran que íbamos a crecer entre 3,5% y 3,8%. Yo creo que vamos a acabar por encima de 4,3%, podríamos llegar hasta 4,5%. Para el año entrante todo está en posición para tener un crecimiento mayor, porque muchas obras que se están haciendo ahora van a estar en plena ejecución. Solamente el cálculo del impacto de las concesiones de 4G es de entre 1% y 1,5% de crecimiento adicional permanente. Con esto estaríamos por encima del 6%. Y si logramos un acuerdo de paz, el impacto en el crecimiento económico puede ser entre 1,5% y 2,5% más en forma permanente. Con ese conjunto de elementos, indicadores y situaciones, podría uno decir que el crecimiento de la economía colombiana a futuro va a ser muy satisfactorio. 

¿Qué ha faltado?
 Por supuesto que hemos generado muchos empleos, por primera vez tenemos menos de 2 millones de desempleados, pero todavía tenemos una de las tasas más altas. Ya llegamos a un dígito pero tenemos que seguirla bajando. En el impacto social ya hemos comenzado a tener unos resultados muy positivos. Hemos logrado sacar de la pobreza a cerca de 2.500.000 colombianos, y de la pobreza extrema a 1.300.000. Según esas cifras, el único país que nos gana en reducción de pobreza es Perú. Desde que se comenzó a calcular la desigualdad, el coeficiente Gini, el país nunca había logrado disminuir el coeficiente en la medida que crecía la economía. La economía crecía y crecía la desigualdad. Bajó el coeficiente a tal punto, que éramos entre el segundo y tercer país más desigual de toda América Latina y ahora estamos en el promedio. Entonces,  yo mediría a los ministros de acuerdo a sus propios resultados. Me da pena con los señores empresarios, pero están midiendo algo sobre su percepción. He podido descubrir que hay cierta incertidumbre, en qué va a pasar con el proceso de paz, qué va a pasar con la economía, qué es lo que estamos negociando en La Habana. Y se ha venido reflejando en una percepción más negativa del desempeño. A sus empresarios, cuando emitan su calificación sobre el Gobierno, pregúnteles cómo les fue a ellos. Verán una discrepancia enorme. Los empresarios dicen, “a mí me fue divinamente, nunca me ha ido mejor”. ¿Entonces porque es tan critico, por qué califica con semejante severidad? “A es que hay un ambiente raro”. Por eso prefiero concentrarme más en los resultados, que en las percepciones.

¿Se califica en torno al crecimiento económico, 4,5%?
A mí me queda  muy difícil autocalificarme, nunca he entrado en ese ejercicio, pero lo que le podría decir es que estoy muy satisfecho con los resultados que hemos obtenido en estos tres años y tres meses; pero por otro lado estoy muy insatisfecho porque sabemos que es muchísimo lo que todavía queda por hacer.

¿Qué espera de los empresarios en el proceso de paz?
Yo aspiraría a que fueran más comprensivos y solidarios. Por ejemplo que ya estuvieran pensando en la posibilidad de contribuir en el posconflicto. Que no fueran tan aprehensivos a la posibilidad de enganchar gente desmovilizada. Todavía hay una cultura de prevención, no de todos, hay algunos que ya están metidos en el cuento y que están muy satisfechos. La transformación de esta gente desmovilizada a ciudadanos productivos toma tiempo. Se requiere un esfuerzo grande. Son más o menos ocho años. Estamos en este momento ‘graduando’ los que se desmovilizaron en 2003, 2005, y eso requiere un gran esfuerzo del sector privado y el sector empresarial. Por eso ojalá entiendan que el mejor negocio para ellos es la paz. Pero que para ese negocio sea estable y duradero ellos tienen que participar con más entusiasmo.

Con una industria que ha caído 2,7% en lo corrido del año y en época de TLC, ¿qué se puede esperar para 2014?
Creo que este tercer trimestre va a ser muy bueno. Podría colocarnos en el año en negro, es decir, que al finalizar no haya un balance negativo. A la industria no le ha ido bien, pero esperaría que este último trimestre compense lo negativo de los últimos tres años. Estamos en una época de transición y acoplamiento y mucho va a depender de que la economía colombiana mantenga su dinámica para que el mercado interno se fortalezca. La gran incertidumbre es lo que va a pasar en el mundo. Europa está saliendo de la crisis, EE.UU. está empezando a recuperarse, pero hay una gran incógnita en Asia, sobre todo de China. Ha sido determinante en muchos productos que nos conciernen y commodities, tan importantes, como el café. Infortunadamente, uno no ve que los precios se van a recuperar en forma importante. No vemos que vaya a ver un aumento de la producción.

¿Qué acciones emprenderá para lograr un crecimiento sostenible, con mayor competitividad?
El impacto de la inversión en infraestructura se va a ver a partir del año entrante. El crecimiento de las obras civiles y el impacto del PIB en materia de infraestructura va a tener un crecimiento altísimo. Hay que hacer esfuerzos en mejorar la productividad. Hay ahí un gran reto que es otro logro del cual nos sentimos muy orgullosos, y es que en materia de tecnología, de TICs, de conectividad, Colombia está a la vanguardia. Desde el año entrante van a estar todos los municipios conectados con  fibra óptica y banda ancha. Hay un potencial enorme, buena parte de mi conversación con Obama fue de cómo nos podían ayudar para aprovechar esa gran infraestructura, y cómo podemos utilizarla para reducir la pobreza, para mejorar la productividad. En el campo también hay un potencial enorme para crecer a tasas muy altas. Este año  a pesar de todas las protestas que hemos tenido y los problemas, el crecimiento del sector agropecuario ha sido el mejor en muchísimos años. Pero tenemos el potencial para seguir creciendo; porque tenemos un campo muy improductivo y es un área en la que podemos crecer a tasas muy altas, si logramos poner en marcha unas políticas que atraigan inversión y que aumenten la productividad.  Vamos a tener que seguir invirtiendo en vivienda, el déficit sigue siendo muy alto a pesar de lo que se ha logrado y vamos a seguir invirtiendo en obra pública social, acueductos y alcantarillados. Eso también jalona la economía. 

Usted menciona el tema de las TIC, ¿cómo va a ser el engranaje para que todos los dispositivos que han entregado impacten el desarrollo económico?
Estamos estimulando muchísimo la industria del software. Mi sueño es que los colombianos nos convirtamos en los mayores proveedores de software, para aplicar una tecnología apropiada a países como Colombia, con su igual nivel de desarrollo. Es casi atacar la pirámide del consumo, si logramos tener aplicaciones prácticas, por ejemplo para los más pobres en el campo, como ya estamos haciendo con los kioscos digitales. Estuve hace unas tres semanas en un municipio de Boyacá que se llama Sora; muy pobre, productor de papa, y se puso un kiosco digital y ahí comenzaron a usarlo. Pregunté, ¿quién lo usa? Y estaba un muchacho que le estaba enseñando a otro a prepararse mejor para el Icfes, porque a él, usando eso, le había ido bien. Otro estaba conectado buscando información sobre cómo atacar la polilla guatemalteca, plaga que les pega duro a los paperos. Estamos haciendo también unos experimentos en telemedicina, ¿se imagina lo que significa para los habitantes de un municipio muy lejano que tengan un puesto de salud, con una persona que casi ni necesite saber de medicina, que pueda conectarse con un centro médico en Bogotá, o en la capital de ese departamento, o en Nueva York o en Miami y que lo pueda diagnosticar y le manden los remedios? Eso es una revolución social impresionante.

Los empresarios rajan al ministro Lizarralde, ¿ahora que el sector va a recibir un presupuesto de $5,2 billones, cómo hacer para que el país crea que la locomotora de la agricultura va a arrancar?
La producción agropecuaria no está mal, el agro está produciendo y las cifras lo están demostrando: 7,6% de crecimiento en el segundo trimestre es un comportamiento positivo que no habíamos visto desde hace muchísimo tiempo. El ministro Lizarralde llegó en un momento de debate político en torno a lo que hay que hacer con la Altillanura, sobre qué hacer con los escándalos que supuestamente se han presentado, y llegó en la mitad de la tormenta. Creo que hay que darle un poco más de tiempo para ver cómo se desenvuelve. Él tiene muy claro el modelo del campo colombiano hacia el futuro porque fue tal vez el más exitoso en aplicarlo. Un modelo donde caben los empresarios y los campesinos, donde los empresarios se convierten en palanca para que los campesinos sean prósperos. Vamos a aprobar el documento Conpes para la Altillanura antes de que finalice el año. Llevamos tres años estudiando bien cómo se puede explotar la Altillanura y las conclusiones se enfocan en que hay un campo muy grande para la producción de alimentos, y eso es clave en un mundo donde cada vez hay mayor demanda; es decir que hay un potencial enorme pero hay que tener en cuenta que es una tierra que requiere de inversiones altas para que sea productiva. Se habla de inversiones entre $8 millones y $10 millones por hectárea. Eso necesariamente obliga a unos procesos asociativos entre campesinos y empresarios, y es lo que el ministro ha logrado en Indupalma. Los campesinos se vuelven propietarios de la tierra pero los empresarios ponen el capital y les genera unos ingresos. Si usted le entrega esa tierra solo a los campesinos sin ninguna asistencia técnica o financiera, vamos a repetir el fracaso de reforma agraria de los 60, porque los campesinos lo único que van a hacer es vender las tierras dado que no cuentan ni con la tecnología ni con los recursos. Para eso pusimos en marcha el Censo Nacional Agropecuario que no se hacía desde hace 43 años. Va a permitir un verdadero diagnóstico del campo porque antes hacíamos las cosas sin tener instrumentos de medición. Aspiro que este Pacto Agrario nos dé las directrices, y tiene mucho que ver con lo que se está negociando en La Habana. 

¿Qué planea para llevar seguridad a las regiones y garantizar la confianza inversionista en el posconflicto?
En la medida en que el conflicto termine, va a haber más seguridad. Las fuerzas militares y la Policía se van a ir transformando en fuerzas que van a garantizar la seguridad, más que ir a combatir grupos ilegales. Es algo que mucha gente no ha entendido. Si hemos invertido semejante cantidad de recursos en combatir a las Farc y al ELN, si desaparecen esas necesidad, esos recursos se podrán concentrar en otros frentes de inseguridad, contra las Bacrim, la inseguridad ciudadana. En la medida en que usted no necesite invertir recursos aquí, multiplica los que se van a invertir en otro lado y aumentan su efectividad. Yo he venido diciendo, la paz es la seguridad definitiva. Porque nos va a permitir concentrarnos con mucho más precisión y más fuerza en los focos de inseguridad que hoy en día son uno entre muchos.

En las encuestas va liderando. Según sus cuentas, ¿le alcanza para ganar en primera vuelta?
Yo estoy amarrado para responder esa pregunta por la Ley de Garantías, pero alguno de mis asesores se la puede responder. Hagan ustedes las cuentas y verán para dónde va esa respuesta.

Presidente, la decisión de la Procuraduría de destituir al alcalde Petro genera una incertidumbre muy fuerte sobre qué va a pasar con Bogotá. ¿Cómo va impactar esa noticia la economía? ¿Ese frente de problema, de conflicto, va impactar el tema económico?
Sin duda, algún impacto va a tener en el corto plazo, pero yo aspiro que esta situación se pueda solucionar como se solucionan las situaciones de este tipo, y es aplicando nuestras leyes, ciñéndonos a nuestra Constitución. Hay unos procedimientos, unos recursos, y espero que todo se pueda desenvolver dentro de ese marco legal y constitucional. Mí obligación y mi responsabilidad como jefe de estado es precisamente que se haga eso, que cualquier solución a una crisis como la que estamos viviendo, tenga un cauce legal y constitucional. Yo esperaría que en unos meses esta situación esté resuelta, que la economía siga su curso, y que la incertidumbre que genere, que sin duda alguna puede tener efectos económicos en el corto plazo, se haya disipado.

En políticas arancelarias hemos visto dos mensajes encontrados. Por un lado, estamos firmando y aprobando TLC, pero por el otro estamos decretando salvaguardias para algunos sectores. ¿Con qué mensaje se deben quedar los empresarios?
Ahí está el sofisma de quienes están diciendo que hay una contradicción. No, es totalmente lo contrario. Es la debida y correcta aplicación de las reglas de juego en los TLC en un mundo donde cada vez hay más globalización. Nosotros abrimos los mercados para que puedan ser conquistados, y al mismo tiempo todos esos acuerdos tienen instrumentos para proteger el comercio de competencia desleal, para precisamente respetar ciertas reglas de juego. El hecho de invocar salvaguardias de ninguna manera quiere decir que uno va a contrapelo de la política comercial, de abrir cada vez más mercados para los productos colombianos. Sino que es un complemento muy importante, todos los países lo hacen. Cuando hay justificación para tomar medidas y proteger el mercado de competencia desleal, lo conveniente y lo lógico es hacerlo, de otro lado estaría uno en cierta forma envenenando la política general.

Ante los resultados de las pruebas Pisa, ¿corregiría el tema de la educación?
Yo siempre dije que no era locomotora sino uno de los rieles, por la importancia que tenía. Pero la educación sin duda alguna requiere mayor dinamismo y  esfuerzo. Una de las grandes fallas es que los niños llegaban al colegio desnutridos, mal preparados. Una parte fundamental de la política de la educación es la política de primera infancia. Nosotros venimos de una situación tan atrasada, que los frutos de poder mejorar nuestra calificación a nivel mundial, comparados con otros países, se van a ver solo en el largo plazo. Sí tenemos que hacer más esfuerzos, porque los otros países siguen también mejorando su educación. Al mismo ritmo, vamos a quedar siempre rezagados. Donde más esfuerzo tenemos que hacer es en la educación secundaria y superior. Todavía hay demasiados jóvenes, que no tienen acceso, a pesar de que se han aumentado los créditos de Icetex, bajamos los intereses a cero, estamos abriendo cupos en el Sena como nunca antes. A pesar de todo, todavía hay un cuello de botella que tenemos que romper. La educación es un tema que el país tiene que mantener como prioridad siempre. Hasta ahora hay muy pocas universidades acreditadas. Tenemos que estimular que todas se acrediten, para ir cerrando esa brecha. Es la brecha más importante de cerrar como país, frente a otros países. Porque al fin al cabo en este mundo por lo que uno compite es por el empleo; y el empleo en buena medida, a la larga, lo da la educación.

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