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Analistas 15/02/2017

Campaña sí, pero sin mentiras

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ
La República Más
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Las cuentas están claras y los futuros y posibles candidatos a la Presidencia de la República también. Los pulsos políticos no se hacen esperar y el que primero está dando de qué hablar es el exnegociador del Gobierno en los diálogos con las Farc, Humberto De la Calle. En entrevista en otro medio ha sugerido una consulta interpartidista entre los partidos que apoyaron el sí en el plebiscito para definir una candidato único que, según su entender, garantice la aplicación de los acuerdos suscritos con esta guerrilla. 

En el mundo de la política no están prohibidas las alianzas, mucho menos los cálculos leales para llegar al poder; lo que no está bien, y menos de un presunto candidato que encabezó la paz, es empezar con argumentos que no son del todo reales. Lo primero que dice en su entrevista es que la propuesta de modificación de los acuerdos que hace el Centro Democrático en caso de llegar a la presidencia nos devolverá a la guerra. Vale la pena recordarle a De la Calle que, antes de la derrota del sí, uno de los argumentos para invitar a votar y posteriores fue que el acuerdo era perfecto e inmodificable, dos argumentos que no se pudieron sostener en el tiempo: primero, porque sí se logró una modificación concertada que llevó a mejorar el acuerdo, y segundo, porque en ningún momento volvimos a la guerra. 

Hoy el exnegociador usa el mismo argumento para desacreditar al Centro Democrático y tilda de apático al vicepresidente Germán Vargas Lleras ante el proceso de paz, buscando que la agenda política que reine en la campaña presidencial sea la de la estabilidad de la paz. El escenario es diferente a como lo ve Humberto De la Calle: primero, porque los acuerdos ya se firmaron y se están implementando; segundo, porque la agenda presidencial hoy demanda mayores retos que los que son exclusivos de la paz. 

En términos prácticos y económicos, garantizar la protección y acceso de los ciudadanos a unos derechos cuesta dinero. No podemos dejar de lado que la corrupción, más que el Centro Democrático o Germán Vargas Lleras -como lo ha querido hacer ver equivocadamente De la Calle-, es el peor enemigo de la paz, o ¿cómo espera garantizar que la inversión que significa la aplicación de los acuerdos sea destinada para su objetivo real? ¿Cuál es la propuesta que permite generar la tranquilidad de que no vamos a ver más Reficar, Odebrecht o carruseles de contratación con el dinero que se va a destinar para cumplir los compromisos pactados? Por ahora ninguna. Su discurso se quedó en el pasado y Colombia necesita un líder que sea un gerente de desarrollo y no un ancla en el subdesarrollo. 

Es por esto que Humberto De la Calle tiene todo el derecho de hacer campaña, sí, pero no empecemos con mentiras que hagan polarizar aún más al país. Si pretende ser el candidato del posconflicto, lo mínimo que debe hacer es “desescalar el lenguaje” y entrar en la política del programa de gobierno pensado en una Colombia libre de corrupción y diseñada para que existan ecosistemas de emprendedores, no como ahora que nos carcome la corrupción y fracasan los proyectos de emprendimiento por barreras impuestas desde el gobierno. Si Humberto De la Calle va a participar en una contienda electoral, no queremos ver más escándalos de J. J. Rendón, de hackers de mentiras y de juego sucio. Estamos en escenario de paz, por lo que esta campaña debe ser ejemplarizante en ese sentido.

Así que, estimado lector, no se deje confundir: ni las Farc van a volver a la guerra, ni mucho menos se dé el lujo de que a base de mentiras se nos ponga una cortina que nos impida elegir un candidato que mire más allá de lo evidente del posconflicto, que, sin importar si apoyó o no la negociación con las Farc, sea el gerente que requiere el país para salir del atraso en aspectos como la inversión social o la lucha contra la corrupción, y sea el líder para la generación de verdaderas oportunidades para que la delincuencia deje de ser una opción de vida en nuestro país.

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