Agregue a sus temas de interés

Agregue a sus temas de interés Cerrar

jueves, 27 de julio de 2017

Deseo hacer algunas reflexiones acerca del debate sobre la calumnia de Álvaro Uribe contra Daniel Samper desde el derecho antidiscriminatorio, que es esencial y no ha sido tan discutido por otras columnas.
Como afirma el profesor Uprimny en su columna “Sátira, calumnia y democracia”, “la sátira, que tiende a la exageración y a la caricatura, no tiene el deber de ser veraz o imparcial, como ocurre con la libertad de información”. Pero desde luego que como todo derecho, la sátira política tiene límites, pues no puede escudarse para calumniar a otra persona, tampoco creo que la sátira incluya el derecho gratuito al insulto ni debe permitir discursos discriminatorios.
La mayoría de columnistas han hablado de la calumnia o la injuria, que consisten en atribuirle falsamente a otro un hecho, como haber cometido un delito o una conducta deshonrosa con mentiras, por ello, son comportamientos sancionables penalmente.
Sin embargo considero que la sátira también puede discriminar, pues recordemos que la nueva Ley 1752 de 2015, tipificó la discriminación y el hostigamiento como dos nuevos tipos penales, que tienen un delicado tratamiento que lo hemos visto en reiteradas salidas en falso de muchas autoridades.
Yo ya había llamado la atención en esta misma columna, sobre los artículos de Daniel Samper que se burlan de la discapacidad, llegando a ofenderla en algunos casos.
En este sentido, me he sentido agredido con algunas columnas de Daniel Samper, donde resalta la discapacidad como algo negativo, como en la columna titulada “a quién llevamos a Oslo mi Juan” o “Los Niños y el Papa”, donde se hace una parodia del Señor Presidente de la República, repitiendo algunas de sus palabras centrando la burla en la disfemia.
Posteriormente en un artículo titulado “Un coscorrón para Vargas Lleras”, el mismo columnista se mofa de su discapacidad, resaltando la “unificación de las falanges y que el triunfo de Vargas Lleras no se le escape de los dedos”, pues todos sabemos que el Vicepresidente perdió algunos dedos en un atentado.
No es que estemos restringiendo el humor ni la sátira, que hace parte de todas las culturas y en los chistes se juega con el imaginario y el estereotipo, pero debemos reconocer, que en muchas ocasiones se puede herir o lastimar a las personas sin querer, incluso haciéndoles bullying a través de la broma fácil.
De esta manera, es cotidiano que el humor colombiano se burle de las diferencias y la diversidad humana, por lo que censuramos la mofa de la poca inteligencia de las mujeres, los defectos físicos de las personas con discapacidad, las costumbres de los oriundos de algunas regiones y la satanización de la orientación sexual de algunas personas.
En este sentido, le sugerimos respetuosamente a Daniel Samper que el humor sea más elaborado, centrándose en las anécdotas de la cotidianidad, en los juegos de palabras no ofensivos, en las imitaciones caracterizadas que engrandezcan al personaje y no en la diversidad humana como algo negativo o anormal.
Debemos tener claro que hoy existen temas muy sensibles y el de la discriminación y el hostigamiento son unos de ellos, por esto quienes hacen humor y estamos en los medios debemos tener cuidado si se compromete la dignidad de un grupo o una minoría para que no sea discriminada.
En conclusión, sí se puede continuar haciendo humor y sátira en Colombia, pero se debe evitar perpetuar imaginarios negativos y herir la dignidad de ciertos grupos llegando incluso hasta su discriminación.