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lunes, 31 de julio de 2017

A pesar del grandísimo papel que, Rigoberto Urán, Darwin Atapuma, el ‘Chavito’ y el resto de colombianos hicieron en el pasado Tour de France y que merece toda mi admiración y respeto, no hablaré hoy de ciclismo, ni de Nairo, tampoco de fútbol y las aventuras de nuestros agentes y jugadores en este período de inscripciones de Europa, hablaré de otro Quintana, colombiano también, excelente deportista y hoy por hoy uno de los deportistas colombianos mejor remunerados y más nombrados por esta época en EE.UU.

Se trata de José Quintana, nuevo lanzador de los Cachorros de Chicago, que cambió de equipo hace apenas unas semanas, para intentar repetir el triunfo de las series mundiales logrado el año pasado y que hasta el momento ha colmado las expectativas de su nuevo club. Contractualmente hablando, los deportes norteamericanos difieren muchísimo de nuestro fútbol, las convenciones colectivas moldean de manera importante estos acuerdos sin que se llegue a tratar de un contrato por adhesión.

Es importante, para estos deportes, la transparencia en cuanto a remuneración del deportista y el plazo del contrato pues el sistema de tope salarial exige que la liga y el resto de equipos conozca las cifras exactas a pagar en desarrollo del contrato.

La convención colectiva maneja temas como remuneración para jugadores debutantes, así como el plazo durante el cual deben permanecer a las órdenes del equipo; una vez transcurrido este plazo, el jugador tiene libertad para buscar fortuna y si su calidad lo amerita, firmar contratos de muchos años y de muchos millones. Otra característica de estos acuerdos es que muchas de las cifras acordadas no son garantizadas, es decir, no se pagan por el solo hecho de haber firmado el contrato; depende del rendimiento del jugador y aun de las lesiones, en este aspecto hay infinidad de cláusulas sobre pago.

Las transferencias como las vemos en nuestro fútbol llamémoslo europeo no existen, normalmente las cifras anunciadas y acordadas se le pagan al jugador, ocurre, como en el caso de Quintana, que, al transferir un jugador, el antiguo club libera parte de su cupo salarial pues el nuevo equipo se hará cargo, mínimo, del salario restante del contrato del jugador. Otro aspecto que llama la atención es que se hacen muchísimas transferencias por futuros prospectos y aún por jugadores por definir.

Sin ser una regla escrita y a pesar de jugar cada cuatro o cinco partidos, los jugadores mejor remunerados del béisbol son los pitchers o lanzadores, quienes de lejos son los que más reciben por su trabajo, en la actualidad siete de los diez mejores pagados son lanzadores y para el próximo año se esperan dos o tres más que entrando a la agencia libre negociarán contratos de más de siete años y con más de doscientos dólares de remuneración.

Es tan especializado y a la vez curioso el tema contractual en el béisbol de las grandes ligas, que un jugador retirado en el 2001, Bobby Bonilla, recibirá, en desarrollo de su contrato de trabajo con los Mets de Nueva York, más de US$1 millón anuales hasta 2035!

En Colombia hay buenas academias, los expeloteros profesionales Édgar Rentería y Orlando Cabrera, ambos campeones de la serie mundial son los principales promotores de los jóvenes que esperan llegar a jugar como lo hacen José Quintana y Julio Teherán. Desde sus academias en la costa atlántica buscan, preparan y foguean a jóvenes que en poco tiempo tratarán de dar el salto y jugar en algún equipo de las Big Leagues.