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  • Julio José Orozco

viernes, 11 de mayo de 2012

Escribe Gabriel García Márquez en uno de sus muy conocidos ensayos, que la consigna lamentable del colombiano es la desmesura. Esta consigna la irradiamos los compatriotas en todos los escenarios, desde donde criticamos a fondo cualquier política pública impregnada de cierto sentido, y al rato celebramos hasta el cansancio algún ejemplo de presunta valentía o coraje venido de algún irresponsable dirigente político.

La desmesura es la lamentable característica del colombiano, que nos lleva de tanto en tanto a confundir aquel serio intento de progreso que desde hace unos pocos años gritamos en tesitura barítono por el mundo, con los mediocres ataques de originalidad de toda nuestra dirigencia.

Ha dicho el ilustre Director de la Dian, que conocidos los borradores de la reforma tributaria, -y conocidas a su vez las fuertes reacciones de desmesura de los ciudadanos a través de los desmesurados medios de comunicación-, esperarán la llegada del Señor Presidente Santos para ajustar el texto.

Debo reconocer de manera inclinada que la Dian ha demostrado conocer en los últimos 4 años la seria percepción que con relación al recaudo del tributo aparece como merecedora de ajuste, cual no es otra que la de disminuir al punto definitivo los fenómenos de elusión y evasión.

Lejos de gravar con más IVA el mercado de productos, la Dian ha comprendido que mejorará sustancial e indudablemente en el recaudo, si a través de la implementación de moderna tecnología se hace a los impuestos de quienes no contribuyen teniendo la obligación de hacerlo. Lo que si deja un muy mal sabor, -y que evidencia la desmesura administrativa con la que dichas iniciativas se construyen, al parecer sin la consulta material de la plataforma política que llevó al presidente Santos a la Primera Magistratura-, es que el Presidente desde el otro lado del planeta afirme estar sorprendido con el lamentable intento de gravar con IVA productos perecederos de la canasta familiar.

Activos Congresistas y Dirigentes Gremiales han salido a afirmar que 'no saben en qué país vive Santos!'.

Un 5% probable de IVA a productos de la canasta familiar queridos lectores, es un verdadero drama, pues como conocemos, el impuesto a las ventas, -aunque recaudado por el comerciante-, es una carga del ciudadano, que pese a los mejorados índices de empleo no logra una sustancial mejora en la capacidad adquisitiva con sus ingresos. Debe decirse que el pomposo anuncio de la caída del desempleo en Colombia lo es, numéricamente, pero por esta exclusiva razón: las nuevas oportunidades de sub-empleo que ha creado nuestra recalentada economía.

En plena campaña electoral aparecía decentemente perfumada la propuesta de no modificar el Estatuto Tributario por enésima vez, para por el contrario fortalecer los mecanismos de ataque a los fenómenos de elusión y evasión. Fascinado he quedado como Abogado Comercialista, cuando verifico el camino que abre la Dian hoy a la domiciliación directa de cuentas bancarias de la nacientes Sociedades Comerciales, para que de primera mano tenga la autoridad tributaria el mecanismo para asegurarse el recaudo.

Ahora bien. Pese a la desordenada metodología con la que se ha ventilado la reforma tributaria, y que de verdad parece inconsulta con el 'Palacio de Nariño al vuelo' (FAC 001 y FAC 1202) al mejor estilo del célebre programa de Héctor Mora, se identifican en sus borradores iniciativas merecedoras de estudio como la gravación superior de dividendos sujetos a reinversión por fuera del objeto fundacional por parte de ONG´s; el llamado 'Impuesto Mínimo Obligatorio' que como se lee, democratiza un poco la carga tributaria de todos los ciudadanos en Colombia; la baja en el impuesto por ganancia ocasional que permitiría eliminar el disfraz permanente que vemos en las operaciones comerciales, etc.

Mejor dicho: esperemos el regreso del Presidente Santos y de su comitiva desde Singapur y China, para que no caigamos en la misma desmesura que en estas líneas he criticado, y le demos la oportunidad al Primer Magistrado de la Nación de explicar la necesidad y espíritu de esta reforma, la que ojalá diste completamente en disciplina legislativa de lo que hasta hoy se ha visto sobre la Reforma a la Justicia, la que no me cansaré de calificar como el más pobre intento de reformulación de la justicia en Colombia, durante la mejor oportunidad que se haya tenido en toda nuestra historia.

Antecedentes
En un ambiente de fulgorosa negociación de TLC con potencias, de recalentamiento económico, de enfermedad holandesa con variedad mutante nueva, y bajo la peligrosa premisa de que somos el tercer bloque económico de la región, un sector del Gobierno anuncia la inesperada reforma tributaria, mientras el Presidente desautoriza el espíritu de su texto desde China.

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