En temporadas de fuertes lluvias el estrés permanece con la afectación a una infraestructura que no ha sido pensada en términos de lo climático, cosechas perdidas por inundaciones y desaprovechamiento del recurso hídrico desde un punto de vista energético. Esto sin considerar, en ambos escenarios, el drama humano de comunidades enteras que han crecido sin una planificación climática adecuada y que claman por ayuda inteligente, ya sea en medio de la sequía o cuando tienen el agua al cuello.
La variación climática asociada a los fenómenos El niño y La Niña ha estado presente en nuestras vidas y seguirá estándolo; solo que serán más frecuentes e intensas a causa del cambio climático: un fenómeno de largo plazo asociado al incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Las metas globales definidas en París el año pasado buscan contener el incremento de la temperatura global para que no vaya más allá de 1,5 grados Celsius en las próximas décadas. Lo concertado traerá soluciones de mitigación y adaptación para el largo plazo; pero entre tanto, entender la ciclicidad de estos fenómenos y tomar acciones contra cíclicas serán claves para el desarrollo sostenible de las empresas y de los territorios donde están presentes.
Las acciones emprendidas en medio de cada crisis climática han estado asociadas a la adaptación, pero las empresas pueden desarrollar múltiples oportunidades con enfoque contra cíclico para sacar provecho de la variabilidad climática.
El contar con capacidades energéticas de autogeneración, cogeneración y el uso de energías renovables, como la solar o la eólica, les ayudarán a tomar ventaja en temporadas de El Niño. Por otro lado, tener infraestructuras adaptadas a mayores caudales, efectuar captación de aguas lluvias para procesos productivos, sistemas de potabilización para uso humano, e incluso generación energética a través de micro centrales, serán claves para temporadas de La Niña.
Todos estos proyectos cuentan con beneficios tributarios, asistencia técnica básica gratuita, recursos de cooperación internacional y novedosos modelos de financiación, lo que reduce el tiempo de retorno de estas inversiones y las hace viables.
Los compromisos asumidos por Colombia en la COP21 en París para contrarrestar el cambio climático están respaldados por las estrategias nacionales de cambio climático.
Iniciativas como el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático y la Estrategia Colombiana de Desarrollo Bajo en Carbono traen en su conjunto una serie de estímulos y restricciones para el sector empresarial, que vistos con enfoque de oportunidad permitirán a los más visionarios anticiparse y responder con ventajas competitivas ante mercados que tendrán múltiples restricciones que afectarán sus márgenes y por ende sus resultados.
Este es el escenario local con el que tendremos que lidiar como sociedad a efecto de nuestra ubicación geográfica, que aunque privilegiada es afectada cada vez más por la variabilidad climática. Nos espera un entorno de múltiples retos que exige de los tomadores de decisiones empresariales una mayor responsabilidad con el futuro de sus organizaciones, entendiendo cómo los grandes retos de la humanidad ya están tocando a su puerta y afectando sus negocios.
Finalmente, un enfoque orientado a la perdurabilidad y al valor compartido será la herramienta fundamental para dejar de pensar en medidas de corto plazo y lograr así crecer de manera excepcional entendiendo las nuevas dinámicas del mundo que habitamos.
