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Analistas 28/01/2023

Parálisis por ignorancia

Diego Gómez
PhD, Director ECSIM

Luis Sánchez-Massi (2021) en un reciente artículo titulado “La idiosincrasia socio-institucional de América Latina: una limitación endémica a su desarrollo”, señaló: “A menos que los países latinoamericanos puedan superar los atributos restrictivos de su idiosincrasia socio-institucional, la región quedaría permanentemente confinada a un nivel inferior entre las naciones del mundo.” En esa misma línea de crítica, una experta de una banca de inversión en Nueva York manifestaba hace unos días que el problema de la izquierda en Latinoamérica no solo es que tienen ideas equivocadas sobre el funcionamiento de la economía, es que no tienen preparación adecuada para administrar los países y están cometiendo graves errores en la gestión de lo público. Hay que añadir a esto la corrupción y las practicas criminales.

Con todo ello, la evidencia no puede ser más elocuente. En los pasados 70 años en la región, se destruyó capacidades sociales en Cuba y Venezuela. Estos países pasaron de tener altos ingresos en los comparativos globales a bajar sus estándares de vida, y hoy tienen alrededor del 90 por ciento de su población en estado de pobreza. Argentina entró en un proceso de estancamiento y degradación de lo que antes fue la gran promesa latinoamericana. Brasil y México nunca despegaron y los gobiernos de izquierda y derecha de las últimas décadas profundizaron esta situación. Chile, entró en un estado de mal gobierno luego de renegar de sus propios avances económicos y sociales. Hemos terminado teniendo los gobiernos más incapaces de la historia y el balance más triste para una región en los últimos 70 años.

Desafortunadamente estar adscrito a una ideología parece dar la credencial necesaria para ser funcionario en gobiernos de izquierda o derecha. Se llega sin las más elementales capacidades y niveles de formación, preparación y experiencia para desempeñarse en cargos en donde las decisiones determinan el bienestar y hasta la vida de las personas. Los estados se llenan de demandas y sanciones internacionales, se destruye la confianza en el país.

La Alcaldía de Gustavo Petro en Bogotá fue muestra de ese esquema perverso. Y su desempeño en el gobierno del país está siendo aún peor. Las intervenciones propias o de sus ministros en los temas de Medio Ambiente y Minas y Energía, además de aterrorizar a los posibles inversionistas le están dejando al país un conjunto de demandas por incumplimiento de los contratos de exploración. El caso de cobre en Jericó es ilustrativo. Dice el presidente sin corresponderle que no habrá proyecto porque hay acuíferos, saltándose las instancias técnicas y sin percatarse que hay evidencia científica que prueba lo contrario y puede ser llevada a instancias jurídicas internacionales. Lo mismo ocurrirá con las declaraciones sobre exploración de hidrocarburos.

En Latinoamérica, el manejo de los recursos naturales ha sido un ejemplo de corrupción y asistencialismo que envilecieron los sistemas políticos. Ahora la moda es proscribirlos y decir no a la minería y la energía. El camino debería ser otro. Convertir esos recursos que son de todos los ciudadanos en nuevas capacidades sociales como lo supieron hacer Noruega, Suecia o Canadá.

Estos malos gobiernos, sumidos en la ineptitud y la incoherencia, llaman a las calles a tribus de insensatos para soportar por la fuerza lo que no pueden con los argumentos y la racionalidad. Así quieren pasar las reformas a la salud, las pensiones, el régimen laboral, el régimen minero…

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