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Analistas 07/12/2022

Seguridad energética como prioridad

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Aunque no comparto las confusas razones ambientalistas de Gustavo Petro para producir un súbito cambio en la ambiciosa agenda de transición energética que ya había trazado el gobierno de Iván Duque, creo que nos hemos dejado llevar al terreno fangoso y entrampado de un falso dilema entre la vida y los hidrocarburos, en el que su discurso prevalece por el peso de la incertidumbre y las verdades a medias. Esto fue evidente en el debate de moción de censura a la ministra de Energía, Irene Vélez. Mientras tanto, el concepto de seguridad energética, algo que los europeos han tenido que enfrentar, tras habérsela entregado a Putin, se ha dejado al azar. Mientras en Colombia nos preocupamos por que la inflación llegue a dos dígitos, hay países en el viejo continente que enfrentan tarifas de energía multiplicadas por cinco de cara al invierno. Eso sí es una tragedia que no necesita transición para sentirse de inmediato.

Para entender un poco lo que pasa al otro lado del Atlántico, nos tendremos que remontar a decisiones equivocadas que se fueron tomando desde más de una década. Una canciller legendaria, Angela Merkel, de Alemania, decidió tras el accidente nuclear de Fukushima, que su país iba a prescindir de la energía nuclear. Para ello, confiando en Putin, le fue entregando, no solo ella sino varios líderes europeos, el mercado a Rusia que llegó a abastecer casi a 50% de la demanda de gas en la Comunidad Europea. Esa cifra, tras la invasión a Ucrania, ha bajado a 15%, pero el proceso ha sido traumático en términos de precios. Solo Francia se salva de esta ecuación por su fuerte componente de energía nuclear. El hecho es que el gasto público en subsidios para techar el impacto a los hogares se ha tornado bastante oneroso para sus finanzas públicas.

Por ello la mera posibilidad de que en Colombia vamos a entregar algo que poco valoramos como lo es nuestra autosuficiencia energética, que nos brinda seguridad y soberanía, es algo incomprensible. No hay justificación alguna para que lleguemos a importar gas de Venezuela. Ninguna. Tendremos todo el que necesitemos si seguimos explorando y mientras se completa. La respuesta a la Ministra sobre “qué va a pasar con la vaca cuando no se quiera su leche” es que esa situación solo se daría después de 2050 y eso si se cumplen las promesas de muchos países sobre neutralidad de carbono a ese año. Pero mientras “la leche esté en demanda y a alto precio”, lo estúpido sería no ordeñar la vaca.

Es más, la transición a energías renovables no convencionales la lidera nada menos que Ecopetrol, que puede financiar esas inversiones precisamente por su rentable explotación de combustibles fósiles. Mientras nuestra matriz sea limpia, no entiendo por qué debemos preocuparnos tanto por la matriz energética de nuestros compradores de energía. Que yo sepa, los europeos, tan citados como ejemplo en este gobierno, continúan haciendo masivas inversiones en gigantescas granjas eólicas y solares, pero no dejan de comprar un solo pie cúbico de gas natural o barril de petróleo para llenar hasta el tope sus reservas. Y lo hacen porque finalmente entendieron el concepto de seguridad energética en un nuevo mundo donde la incertidumbre y la guerra les tocó la puerta.

Centremos entonces nuestro debate local en asegurar fuentes propias para nuestro suministro energético, avanzar en nuestro proceso de transición energética que es bastante ambicioso para un país en desarrollo, y aprovechar el buen momento de precios de los combustibles fósiles para generar ingresos, precisamente porque pueden no durar toda la vida. Así es que se aprovecha la vaca.

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