.
Analistas 05/12/2022

Empresa y política

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

La relación entre política y empresa siempre es compleja; y a todos nos conviene que se rija más por la prudencia que por la pasión; sobre todo cuando nos desenvolvemos en un entorno de alto riesgo, donde a una crisis económica, se suma otra social, alimentada por la desigualdad y la falta de expectativas; y otra institucional, dónde desinformación y populismo cuestionan las democracias.

Por eso, cuando un partido que no es el preferido entre los empresarios gana las elecciones y comienza a gobernar, hay dos actitudes: obcecarse, por encima de todo, en tener razón; o no olvidarse de la gente, buscando soluciones a sus problemas. Cada uno, por supuesto, es libre de elegir, pero los empresarios deben pensar muy bien el papel que quieren desempeñar.

Como dijo el empresario panameño Stanley Motta: no hay sociedades exitosas con empresas fracasadas; ni hay empresas exitosas en sociedades fracasadas. Que cada uno saque sus conclusiones.

Podemos tirarnos piedras a nuestro propio tejado o evitar que el tejado se hunda. Pero si ayudamos a construir sociedades exitosas, nos ayudaremos a nosotros mismos. Y elegir esa opción, en ningún caso, significa renunciar a nuestros principios o valores; significa reordenar nuestra escala de prioridades.

En Europa hemos vivido décadas bajo el mantra de que la oferta y la demanda bastaba para regular el mercado. Ahora, hemos aprendido que alcanzar la soberanía estratégica pasa por planificar nuestras necesidades productivas.

Hay que asumir, simplemente, que no hay un solo camino para llegar a un mismo destino. Puede que tengamos que variar el ritmo y el itinerario para llegar juntos a meta. Pero si el empresario solo trata de imponer su razón, se quedará solo y nunca cumplirá sus objetivos. Mientras que si aporta experiencia y conocimiento para resolver problemas de los ciudadanos, ganará la confianza de la sociedad.

No se trata de ideologías, se trata de ser útil y aportar soluciones. Así me lo explicaron los miembros de la asociación de empresarios de banca mexicanos con los que me reuní justo al comienzo del mandato de López Obrador. Me contaron que habían realizado un estudio sobre la cabaña de vacas del Sur del país, y habían llegado a la conclusión de que la raza que usaban no era la adecuada para resistir el calor, la falta de agua o las enfermedades propias de la zona; y que la consecuencia era producción de leche muy escasa.

Los empresarios de banca se pusieron en contacto con los ganaderos -pequeños productores con no más de 15 cabezas-, quienes afirmaron que no podían deshacerse de esas vacas por carecer de recursos para comprar otras. Entonces, los banqueros ofrecieron un plan de financiación, en el que gracias al aumento de la producción, los ganaderos pagarían el coste de la renovación.

¿Cuánto les costó a los banqueros esta iniciativa? Nada. La financiación era posible gracias al aumento de productividad. Entonces, ¿qué es lo que aportaron? Pusieron su inteligencia para hacer posible el éxito de un proyecto en una zona de México que era una prioridad para el Presidente. ¿Qué es lo que consiguieron? Ayudando a López Obrador a cumplir su programa electoral; ayudaron, sin perder dinero, a que el sector generará más riqueza y a la sociedad a vivir mejor; demostraron que les importaban las personas.

Tomemos nota, lo importante en un empresario no es tener razón; es buscar soluciones útiles para la sociedad. Y esa posibilidad existe.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA