Agregue a sus temas de interés

Agregue a sus temas de interés Cerrar

lunes, 17 de enero de 2022

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) celebrada el año pasado en Glasgow buscó un consenso en aras de mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados con el fin de evitar una catástrofe climática.

Luego de arduas discusiones, los 200 países que acudieron a la COP26 suscribieron un acuerdo -legalmente no vinculante- que incluyó algunos compromisos, entre los que se destacan: (i) reducir los niveles de deforestación para 2030; (ii) disminuir 30% de las emisiones de metano para 2030; y (iii) aminorar el uso del carbón, entre otros.

Sin embargo, el acuerdo ha sido muy criticado por los ambientalistas, quienes consideran que se quedó corto para solucionar los problemas derivados del cambio climático.

Así, Greenpeace lo calificó como “débil” y aseveró que “al final de cuentas, la declaración se queda corta al pedido de los países vulnerables al clima”.

En la conferencia, la directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, manifestó que “el comercio es parte de la solución”, considerando que en la Duodécima Conferencia Ministerial (CM12) se haría un gran esfuerzo para reforzar el acuerdo de la COP26.

No obstante, la Conferencia Ministerial (CM12) no se pudo celebrar en las fechas previstas (desde el 30 de noviembre al 3 de diciembre de 2021 en Ginebra, Suiza), toda vez que el Consejo General de la OMC decidió aplazarla, a raíz de la aparición de la nueva variante del coronavirus.

Ante lo anterior, el 14 de diciembre de 2021, distintos países miembros de esa organización manifestaron su compromiso con el medio ambiente y emitieron una comunicación ministerial sobre comercio y sostenibilidad ambiental, en la que acordaron identificar las mejores prácticas medioambientales y estudiar las políticas comerciales que contribuyan a (i) la consecución de una economía circular más eficiente en el uso de recursos, y (ii) la promoción y facilitación del acceso a bienes y servicios ambientales, lo que incluye favorecer la adopción mundial de tecnologías nuevas y emergentes de bajas emisiones y otras tecnologías respetuosas y amigables con el clima.

La importancia de esta declaración radica en que China y Estados Unidos, considerados como los países más contaminantes, pues juntos emiten 55% del CO2 en el mundo, suscribieron esta iniciativa, lo que constituye un avance crucial toda vez que esos países no solo han sido tradicionalmente indiferentes a este tipo de iniciativas, sino que incluso se han opuesto a la implementación de medidas para mitigar los efectos del cambio climático, como es el caso del impuesto al carbono.

De ahí que el hecho de que esos países hayan suscrito esta comunicación constituye un verdadero motivo de jubilo.

En este sentido el viceministro de Comercio Internacional de China, Wang Shouwen, manifestó que la OMC “era el foro adecuado para ayudar a elaborar medidas comerciales más coordinadas, coherentes y eficaces y a fomentar los vínculos entre el comercio, el medio ambiente y el desarrollo, a fin de hacer frente a los desafíos ambientales actuales, y de dar al mundo un futuro sostenible”.

Este logro confiere a la OMC un papel decisivo en los esfuerzos tendientes a procurar un ambiente sostenible, y ayuda a despejar las críticas que sostienen que esa organización privilegia el comercio por encima de los objetivos tendientes a lograr un ambiente sostenible.

Es imprescindible, para que esta declaración no pierda su impulso, que el aplazamiento de la CM12 no se prolongue de manera indefinida.