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Analistas 23/09/2021

Menos candidatos, más liderazgos colectivos

Bastante agitadas están las discusiones de amigos, familiares e incluso de las estructuras políticas en torno a quién debe ser el próximo presidente de Colombia; y, aunque no deja de ser tentadora la conversación, bien vale la pena hacer un alto en el camino reorientándola a pensar en el proyecto de país.

Considero especialmente complejo definir un candidato o posible presidente, sin plantear un análisis profundo en términos de diferenciar el caudillo, el tecnócrata, el político, el burócrata y el tipo de liderazgo para orientar a Colombia, pues como ciudadanos tenemos una clara tendencia a no diferenciarlos; especialmente elegimos más por las emociones, percepciones y cercanía que genera el candidato, pero no tanto por un proyecto claro de país que establezca acciones concretas para defender la vida, impulsar la equidad, generar oportunidades de emprendimiento, mejorar la calidad en salud, el empleo, la seguridad, la construcción de paz, la competitividad, la pertinencia en la educación y la sostenibilidad como compromiso intergeneracional.

La desconfianza en la institucionalidad pública y hacia los políticos tiene especial motivación en las deudas históricas con la población, los continuos escándalos asociados a corrupción y la ausencia de liderazgos colectivos. Colombia, según el índice de paz global 2020, está entre los 20 países mas violentos del mundo, al tiempo que tiene 21 millones de personas en situación de pobreza y cerca de 30 millones de colombianos acceden a agua que no potable.

Esta realidad compleja se combina con varios factores: en primer lugar, una división del país enmarcada en la vigencia de caudillos, entendidos para esta columna como aquellos hombres que ostentan el poder absoluto en un grupo político. En segundo lugar, el país goza de un aumento de tecnócratas (aquellos que ocupan cargos públicos donde prevalece su capacidad técnica) formados en universidades nacionales y extranjeras. Nunca el país había tenido tantos profesionales formados en tantas disciplinas que están o pueden llegar a estar al servicio de lo público para gobernar con principios de eficiencia. En tercer lugar, un número amplio de burócratas disponibles, entendidos aquí como las personas que ocupan cargos administrativos en lo público; y en cuarto lugar, los políticos que cumplen múltiples tareas, en especial lograr ser elegidos por una comunidad para trabajar por ella y gestionar recursos para proyectos que impacten la calidad de vida de la población.

Todas las dignidades mencionadas cumplen roles trascendentales en la construcción de país y en generar movilidad social. Sin embargo, el punto de quiebre que enfrenta Colombia a raíz del descontento con el Estado y sus representantes, generado, como ya se mencionó, en parte por las deudas históricas, para no hacer referencia a otras motivaciones vandálicas y políticas, lo que nos permite entender que las formas de liderazgo tradicional no están en su mejor momento ni época y es necesario para que el país logre avances significativos, que surjan liderazgos colectivos. Bien vale la pena preguntarnos ¿en qué proyecto coincidimos todos como colombianos? ¿Cuál es el proyecto común de tu departamento, ciudad o municipio? ¿Cuál es el tiempo que dedicas a esos sueños compartidos, a esos proyectos comunes? ¿Acaso la construcción de paz; la defensa de los páramos, los humedales, la lucha contra la deforestación; la creación de oportunidades para jóvenes, mujeres, adultos mayores y ser parte de una sociedad más justa no son motivos suficientes para pensar en un proyecto común?

Caudillos, tecnócratas, burócratas y políticos tienen una tarea fundamental en esta nueva realidad de país que consiste en facilitar el surgimiento de liderazgos colectivos que materialicen causas comunes para trabajar unidos en objetivos superiores como los son la defensa de la vida y el impulso a la equidad. Desde ya anticipo que estos liderazgos colectivos no la tienen fácil, pero no arrancan de cero; cuentan con un país que es el más biodiverso del mundo por cada kilómetro cuadrado, tres cordilleras, la mitad de los páramos del mundo, variedad de climas, dos océanos, ser uno de los principales países con reservas de agua dulce del mundo, líder en exportación de café, banano, uchuva, productos farmacéuticos, cosméticos, alimentos, servicios de salud, generación de energía; cuna de ciclistas, patinadores y contar con la principal riqueza de cualquier economía: su gente, su creatividad, su talento humano.

Colombia no requiere, por ahora, desconcentrarse en la discusión de ¿cuál es el mejor candidato? Colombia necesita construir liderazgos colectivos con proyectos comunes. En la medida que logremos lo primero, con las claridades de lo segundo, estaremos menos preocupados por candidatos y más dedicados a enfrentar realidades. Por lo tanto, lo único que necesitamos entender es que el mejor candidato y presidente del país es cada uno de nosotros con nuestro actuar día a día en favor de la construcción de una mejor sociedad.

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