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Analistas 20/09/2021

Una reforma que destruye futuro

Diego Gómez
PhD, Director ECSIM

Los países con altos niveles de impuestos a las empresas no crecen (Easterly y Rebelo 1993). Estos impuestos les sustraen a los países la capacidad de crecer, de emprender, de aprender y de innovar (Djankov et al., 2010; Mukherjee et al., 2017). Y es que la institución que realmente construye tejido social, inclusión, equidad, oportunidades y movilidad social es la empresa. Estos impuestos inhabilitan un país y le impiden construir futuro.

La situación de Colombia es particularmente delicada en términos comparativos de tasas impositivas a empresas. Para 2021, Colombia es el país con mayores impuestos a los ingresos de las empresas con 31% (Ocde, 2021). Cifra respaldada también por el World Development Index, que tiene un indicador que establece el nivel de impuestos totales que paga una empresa.

En este, Colombia está entre los países con mayores impuestos. Desde que se tienen registros, este indicador ha fluctuado entre 71,2% y 87,2%. Cabe aclarar que antes de la reforma estaba en 72,3%.

El mecanismo económico por el cual se inhibe el crecimiento consiste en que las utilidades de los proyectos de inversión se reducen por cuenta de los impuestos. Un proyecto específico puede ser viable y rentable en países con bajas cargas impositivas y no ser viable en países como Colombia o la región de Latinoamérica. La economía crece, aprende e innova, en función del número de proyectos de inversión que sean viables (Arrow et al., 2003). Este es un factor determinante para nuestros muy bajos niveles de crecimiento (Porter, 1992).

Cuando se analiza la información del Banco Mundial, se observa cómo se configura un clúster (en analítica de datos consiste en una aglomeración de entidades de similar comportamiento) de países de bajo crecimiento y alto nivel de impuestos a las empresas.

En este están los países Latinoamericanos, que en los últimos 70 años han tenido un desempeño muy bajo en la economía mundial. De manera opuesta, se configura el clúster de alto crecimiento con bajos impuestos a las empresas, grupo al que pertenecen Canadá, Irlanda, Israel, los países del sudoeste asiático, y las Zonas Económicas Especiales de China.

Inquieta la posición pasiva y anuente de los empresarios y los gremios. Una forma indirecta de perder la propiedad de las empresas es admitir la captura vía impuestos de los excedentes generados por las compañías.

Admitir este esquema bajo la ilusión de preservar los patrimonios terminará generando un ambiente económico de estancamiento que propiciará reacciones sociales que propician la aparición de gobiernos que afecten de manera severa el modelo económico de libre empresa. Los gobiernos populistas se facilitan en economías débiles con bajos crecimientos e incapacidad de generar dinámicas de movilidad social.

Es delicada la aceptación colectiva con que fue tomada la actual reforma tributaria. El costo de sus efectos lo pagarán los jóvenes, los pobres y los inmigrantes, los cuales son grupos no articulados en el sistema de generación de bienestar y que requieren de una economía en expansión que pueda integrarlos.

Eso no ocurrirá. Si el problema del que se quejaban los jóvenes en las recientes protestas era falta de oportunidades, esta reforma recortara aún más las oportunidades que puedan generarse, pues cada vez más pocos nuevos proyectos empresariales serán viables.

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