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Escuela de Gobierno de Harvard 24/04/2021

Repensando la reforma tributaria

Esteban Valencia
Analista
Analista LR

La reforma tributaria propuesta por la Administración Duque, como la conocemos, está muerta. Estamos frente a una crisis fiscal, y sin una reforma a nuestro débil sistema tributario, el cual recauda solo 15% del PIB - 3pp por debajo del promedio recaudado por países Sub-Saharianos-, nuestro gobierno se quedará sin la capacidad de pagar las deudas que asumió durante la pandemia y reactivar la economía. El gobierno tiene la responsabilidad de reescribir la reforma tributaria alineándola a las necesidades fiscales del Estado y a la realidad de nuestro país antes de que llegue la crisis que se acerca.

Durante el ejercicio de reescribir la reforma, se debe priorizar la reducción y refinanciación de los impuestos salariales y parafiscales con el objetivo de reactivar la economía generando más empleo formal, aumentando los ingresos de la clase media, y reduciendo la carga fiscal de las empresas.

El panorama laboral de Colombia es una historia triste y la pandemia lo ha convertido en una de terror. Actualmente, 16% de la fuerza laboral se encuentra desempleada y 66% trabaja de manera informal, sin un contrato que le brinde los beneficios y protecciones estipulados por la ley y con un salario promedio de $660.000. Con una situación tan drástica, debemos priorizar la reducción de barreras al empleo, sin perjudicar el bienestar de los trabajadores y las empresas.

Unas de esas barreras son los altos costos no salariales asociado con la contratación formal, los cuales bloquean el ingreso de miles de trabajadores a la formalidad. Actualmente, por cada $1.000 que una empresa le paga a un trabajador formal, tiene que pagar en promedio $500 en impuestos, prestaciones y parafiscales, varios de los cuales no benefician al trabajador directamente, y que no se cobran de una manera progresiva. Estos altos costos reducen la capacidad de las empresas de generar empleo formal.

Existen dos mecanismos que en conjunto pueden reducir significativamente los costos no salariales, los cuales se detallan en este reporte que elaboré con otro compañero de la Escuela de Gobierno de Harvard. Su implementación puede llegar a tener un gran impacto, dado que se estima que por cada reducción de 1% en los costos no salariales, la informalidad laboral baja en promedio 0,4pp.

El primero, es cobrar los impuestos salariales y parafiscales, como la contribución al sistema de salud y las cajas de compensación familiar, de una manera progresiva. De esta forma, se reduce la barrera al empleo formal para trabajadores con ingresos inferiores a 3 millones, y se financia el hueco fiscal con un aumento a las tasas de contribución para los trabajadores formales con mayores ingresos, los cuales son menos vulnerables a la informalidad.

El segundo mecanismo es desasociar estos impuestos con los salarios y buscar otras fuentes de financiación. Un ejemplo consiste en eliminar la contribución al sistema de salud por trabajador, dado que nuestro sistema de salud es universal y no solo para trabajadores, y refinanciarlo con la eliminación de exenciones para empresas grandes, entre otras opciones.

Al final, necesitamos una reforma tributaria que no solo aumente los ingresos del estado, si no que haga más por fomentar el empleo formal y adaptarse a la realidad de nuestra sociedad.

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