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Analistas 05/12/2020

Simplemente Maradona

Manfred Grautoff
Consultor de seguridad nacional

Diego Armando Maradona ha partido de este mundo. La leyenda que ahora es, surgió siendo el octavo hijo de una familia de bajos recursos. Su magia con el balón pudo devolverle la autoestima al pueblo argentino.

El país gaucho atravesó por un convulsionado periodo entre 1970 a 1990. Marcado por una dictadura militar que con puño de hierro sembró el terror entre su población. El miedo se respiraba por las calles de Buenos Aires; las desapariciones eran una realidad que aun hoy las madres de la plaza de mayo nos lo recuerdan. En 1978, su selección de fútbol ganó su primer mundial, siendo local en el Estadio Monumental de Núñez, la mítica plaza del River Plate. Sin embargo, en el ambiente quedó la sombra de haberlo ganado por la corrupción de la Junta Militar, la cual buscaba en el fútbol la legitimidad que no encontraba entre los ciudadanos. Al tiempo, que el crecimiento económico era negativo, la hiperinflación marcaba el 607% y la deuda externa se hacia impagable llevando a la moratoria de la misma.

Para rematar la tragedia, la Junta Militar tomó posesión de las Malvinas, territorio considerado posesión de ultramar de Gran Bretaña. Esto llevó a la Primera Ministra Margaret Thatcher a declarar la guerra a la Argentina dando como resultado una victoria aplastante a favor de los ingleses. La Junta Militar que era valiente para perseguir a la oposición de su país, rindió las posiciones ante la embestida de la Armada británica y las tropas del 1º y el 7º Regimiento de Fusileros Gurkas del Duque de Edimburgo. Los soldados argentinos no tenían el parque ni el armamento adecuado para combatir. La corrupción de la Junta los había dejado a merced de la infantería élite de uno de los mejores ejércitos del mundo.

Esa era la realidad de Argentina cuando Maradona, como capitán de la selección en 1986 saltó al campo de fútbol del estadio Azteca, a enfrentar a los ingleses, verdugos de aquellos soldados abandonados a su suerte. El primer gol de Maradona fue con la mano ante un arquero gigante como Peter Shilton. Era la venganza ante los horrores que habían vivido frente a los Gurkas. El segundo gol, es una obra de arte, que inicia por la banda derecha, cuando remata al arco es como si con ello, hubiera hundido a la armada inglesa. Ese día el pueblo argentino recuperó su honor. Al ganar el partido frente a Alemania no solo Maradona y su país levantaron la copa mundo, sino toda Latinoamérica.

Lo mismo sucedería en Nápoles, representante de la Italia del sur, mirada con desdén por la Italia industrial del norte. Con un pequeño equipo de fútbol del Calcio, Maradona lo llevaría a imponerse ante los gigantes del norte. El escudeto del torneo italiano le devolvería la dignidad al sur profundo italiano.

Maradona tiene contradictores por sus posturas ideológicas alineadas con Hugo Chávez y Fidel Castro, sus adicciones, el trato a la prensa y los problemas familiares. Pero él es el reflejo de las tragedias de esta región del planeta. Tuvo también la talla para darle una sonrisa y un sentido del honor a Suramérica, que por un momento nos hizo olvidar dictaduras, recesiones y escándalos políticos. Así como recordarnos la fragilidad de la condición humana. No es D…S; es simplemente Maradona.

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