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Analistas 03/12/2020

Capitalismo digno

Germán Bolívar-Blanco
Analista y consultor

Mucho se ha escrito y hablado este año sobre el capitalismo, tal vez como espacio de reflexión derivado de la pandemia, dadas sus consecuencias en el desarrollo económico y social, con especial mención a los conceptos y lecciones resultantes del denominado “capitalismo consciente”, término acuñado en 2013 por John Mackey, cofundador de Whole Foods, y el profesor Raj Sisodia, quienes gracias a su libro titulado como tal, contribuyeron con una mirada novedosa y sosteniblemente constructiva sobre las dimensiones del tema.

Tal vez este surgió del sesgado enfoque del llamado malignamente como capitalismo salvaje, para mejorar y realzar su aporte en la generación de empleo y el pago de los impuestos, en sí mismo benéficos. Por eso la visión del capitalismo consciente busca cambiar el centro de gravedad en el cual se desenvuelve la inversión productiva, desde una influencia únicamente determinada por la rentabilidad del accionista, hacía un entorno donde la misma está signada además de sus implicaciones para los socios, por las consecuencias para los trabajadores, clientes, proveedores y en general los distintos grupos de interés que tienen relación con esta, incluidos por supuesto el medio ambiente y la sociedad, en una simbiosis en la cual todos saquen partido y no solo un grupo particular.

Para este propósito apelan a cuatro principios vitales en su desempeño, a saber: propósito, liderazgo, cultura y grupos de interés. Un propósito superior que vaya más allá de la ganancia de los accionistas de forma tal que sirva de inspiración a los trabajadores, clientes, proveedores y a la sociedad, para que contribuyan a alcanzar la misión organizacional.

Un liderazgo fundamentado en la confianza y el respeto comprometido con la prosperidad colectiva, indispensable para avanzar en el logro del propósito descrito. Una cultura dinamizadora donde responsabilidad, transparencia, interdependencia, igualdad e integridad, sean valores subyacentes en toda la estructura organizacional y representen el eje conductor de la actividad empresarial. Así mismo la integración de los grupos de interés para alcanzar mejores resultados y soluciones, mediante una mirada conjunta que sea mutuamente benéfica.

Sobre este trascendental asunto se pueden definir muchas tácticas viables, por lo cual sugiero dos que pueden complementar y darle mayor vigor y mejor aún dignidad al capitalismo. La primera relacionada con una práctica asociada con la teoría de Pávlov sobre el estereotipo dinámico, en particular la posibilidad que los trabajadores participen en las utilidades de las empresas, lo cual está comprobado aumenta la productividad y se ha regulado en muchas economías, como Chile, Perú y Ecuador, pero además lo practican múltiples empresas exitosas en el mundo. La segunda rescata una recomendación del difunto Nobel de Economía Maurice Allais, sobre la conveniencia para la generación y distribución de la riqueza, de gravar progresivamente al capital y no a la renta. La discusión apenas empieza y puede servir a la buena política, mucho es lo que hay por avanzar al respecto.

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