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Analistas 03/12/2020

Con esos amigos

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

Para qué enemigos. La semana pasada salieron los autodenominados ‘amigos de la paz’, acusando al exfiscal Néstor Humberto Martínez de haberle hecho un ‘entrampamiento’ a Márquez y a Santrich para tirarse el acuerdo. Los que por más de cuatro años nos trataron de vender la idea de que los enemigos de la paz fueron los promotores del ‘No’ con sus mentiras. El Presidente Uribe, por no querer involucrarse en la construcción de la paz después que el gobierno perdiera el plebiscito. El Presidente Duque, por no cumplirle a las Farc y ejecutar el plan del posconflicto. Los militares, por querer perpetuar la guerra. El gobierno americano, por su guerra infundada y fracasada contra las drogas. Y todos los que nos opusimos a que los victimarios primaran sobre sus víctimas, a la creación de la JEP, a que se entregaran curules gratis y se rifara el país.

Los verdaderos enemigos son quienes no quisieron entender que la firma del acuerdo no era una carrera de velocidad sino de resistencia, más aún cuando el cese al fuego estaba funcionando. Los que buscaron la legitimación del pueblo y una vez perdieron el plebiscito, no hicieron el esfuerzo por convocar a los diferentes sectores de oposición. Que la paz es un proceso dinámico y no puede quedar escrito en piedra. Nos hubiéramos demorado unos años más, las Farc hubieran amenazado con pararse de la mesa y el Nobel no habría llegado en ese momento, pero seguro tendríamos un país menos dividido y polarizado y un acuerdo mejor estructurado.

Para Cepeda, Roy, Petro -el adalid de la paz- y su nuevo mejor amigo Benedetti, las víctimas y los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición, son simples eufemismos utilizados para justificar el descaro. La conexidad del narcotráfico con el delito político, la justificación para permitirles lavar sus fortunas y otorgar salvoconducto a las Farc. El posconflicto - o la ausencia del mismo-, la póliza para endilgar responsabilidad a los futuros gobiernos por el fracaso asegurado del ‘mejor acuerdo posible’.

La farsa está quedando al desnudo. Los que en su momento salieron a defender a Márquez y Santrich justificando la decisión de la JEP de frenar su extradición, no solo son cómplices del narcotráfico sino copartícipes en la fuga de dos delincuentes. La acusación que hace el expresidente Santos al exfiscal Martínez de conspiración y ‘entrampamiento’, muestra que para él prima la vanidad política sobre el cumplimiento de lo acordado.

Pero no lloremos sobre mojado. Al final ya no importa cómo nos metieron el embutido o la falta de convicción de este Gobierno para cumplir con sus promesas de campaña. La realidad es que los que se reinsertaron están gozando de sus prebendas y los que regresaron al monte de las mieles de su lucrativo negocio. Más bien concentrémonos en acabar con burocracias innecesarias y disminuir el gasto público. Devolvamos la dignidad de nuestros soldados y policías. Cumplámosle a las víctimas y reinsertados generando oportunidades laborales en zonas de conflicto. Fumiguemos y recuperemos la seguridad. Apoyemos al empresariado y construyamos confianza inversionista para salir de la pandemia. Y defendamos la institucionalidad y el orden para evitar que los abogados de oficio de Márquez y Santrich lleguen al poder en 2022.

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