Vuelve y juega el precio del petróleo

La relación de la economía colombiana con los precios del petróleo es como un eterno déjà vu. Solo a partir de agosto de 2014 nos dimos cuenta de la alta dependencia que las arcas nacionales tienen de la exportación de crudo, justo cuando la economía frenó en seco y veía como las finanzas del país se desnudaban ante la mala situación, que arrasó de paso los números de Ecopetrol, en una coyuntura sin precedentes, pero que al final fue bien sorteada dejando una huella profunda en los guarismos de crecimiento. Este año las cosas parecían mejorar un poco y se celebraba ruidosamente que el barril de crudo podría llegar a US$100, cosa que nunca ocurrió en 2018 y que parece alejarse hasta bien entrado el próximo año. Ayer, el crudo retrocedió 2%, debido a nuevas señales de exceso de oferta en la producción de Estados Unidos y a la preocupación del mercado por un menor crecimiento económico mundial que desemboque en una disminución de la demanda de combustibles.

El panorama para Colombia empieza a ser asustador de nuevo, pues el barril de Brent cayó 2,11% hasta un precio de US$59,01 y el crudo de referencia estadounidense WTI vio su menor nivel desde septiembre de 2017 al cotizarse en US$49,33 tras caer -3,65%. Nuestro país vende petróleo bajo las dos referencias, pero es el Brent el que sirve para hacer los presupuestos, elaborados para Ecopetrol en torno a los US$55 y para los ingresos estatales en US$65. En pocos momentos de la historia reciente del crudo ha dependido tanto de lo que ocurre con los inventarios de Estados Unidos, en particular con el almacenamiento en Cushing, Oklahoma, que se ha vuelto una gran referencia y ayer aumentaba en más de un millón de barriles.

Ambas referencias han empezado a caer hasta llegar a 30%, situación que se da desde principios de octubre hasta fines de noviembre, debido al exceso de oferta global. La Organización de Países Exportadores de Petróleo, Opep, anunció recientemente recortes de suministro en 1,2 millones de barriles por día a partir de enero para mover los precios al alza, situación secundada por otros productores no-Opep como Rusia, pero a pesar de las constantes presiones para que el mercado reaccione, el precio de los combustibles no se ha podido estabilizar en el techo de los US$80. El problema es estructural para Colombia y nada distinto a que depende de las exportaciones de petróleo no solo para mejorar sus finanzas, sino que el Gobierno Nacional tiene en Ecopetrol una fuente de ingresos, similar a las entradas por tributos, características que no se han podido cambiar en las últimas décadas, muy a pesar de los diagnósticos y las críticas a la alta dependencia del crudo.
La crisis de los precios del petróleo de 2014 llevó a que la economía nacional fuera consiente de vivir en una suerte de “enfermedad holandesa” no declarada, pues todo el crecimiento y la generalidad de los sectores económicos se vieron afectados por la caída en el valor del barril de petróleo. No se hicieron planes de apoyo a las exportaciones no tradicionales ni al aprovechamiento de más de una docena de tratados de libre comercio firmados por el país en la última década, más una buena tasa de cambio; así las cosas, Colombia se vuelve a ver en la misma situación de dependencia de los precios de crudo porque no ha sabido transformar la economía.