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EDITORIAL

Son importantes las relaciones con Israel

miércoles, 18 de octubre de 2023

Más allá de ser una potencia militar probada, Israel es un caso empresarial en sí mismo, que ha firmado un TLC con Colombia, que mucho puede aprender de su agroindustria tech

Editorial

Solo una diplomacia tonta rompería relaciones con Israel, y no solo por su poderío militar, sino por lo que ha alcanzado como país desde 1948. Se le olvida al actual gobierno colombiano que Israel es un Estado muy pequeño con un ingreso per cápita de US$52.000 y un PIB de US$522.000 millones, con tan solo una población de unos 10 millones de personas. Es el paradigma de la buena agricultura y punta de lanza en nuevas tecnologías. Colombia e Israel firmaron un tratado de libre comercio y, de acuerdo con las cifras entregadas por el Ministerio de Comercio, las exportaciones hacia Israel suman desde enero a julio de este año US$375 millones.

En 2022, alcanzaron cifras récord con superávit de US$900 millones. Entre los productos vendidos se destacan carbón, café sin tostar, flores, piezas para aviones y helicópteros, sustancias naturales y productos químicos. No es un gran mercado, pero sí estratégico. Por el lado de las importaciones, estas han disminuido en 45,9% sumando un total de US$49,5 millones entre enero y julio de este año. Colombia compra a Israel instrumentación médica, insecticidas, hilos, cables, artículos y aparatos de ortodoncia y preparaciones de belleza.

Con el TLC se espera que todo este marco comercial se dinamice a 2030 y que la llegada de inversión extranjera directa (IED) sea una realidad, pues son muchos los inversores israelíes que pueden radicarse en Colombia y plantear proyectos para aprovechar el TLC con Estados Unidos, una suerte de “importar exportadores”. De acuerdo con las cifras del Banco de la República, la IED de Israel en Colombia es muy baja, pero tiene enormes potencialidades en el sector textil, agropecuario y tecnológico.

Es muy torpe entrar en discusiones políticas internacionales con un socio comercial y apoyo en seguridad como Israel, no solo porque las pérdidas pueden ser grandes, sino porque es un conflicto que llama a ser neutral, a no tomar partidos en una serie de guerras políticas, religiosas y geopolíticas que trascienden la historia de Colombia. Es cierto que el mundo occidental ha cambiado su posición sobre el conflicto palestino-israelí, que soplan vientos de hacer realidad el Estado palestino y cortar el ánimo de guerra permanente, pero en este caso es mejor ser gregario que líder, tal como lo ha definido en este momento el Gobierno Nacional.

Popularmente se puede advertir que un país como Colombia “no tiene velas en ese entierro” y que las relaciones con Israel son relevantes, lo que no excluye que se tenga una verdadera convicción de paz duradera en la región más convulsa del mundo. El Gobierno Nacional, a través de sus embajadores en la zona, de la misma Cancillería, deben trabajar más en diplomacia y evitar salidas en falso que pueden tener efectos colaterales permanentes en las relaciones exteriores.

El problema real no es si se acaban las municiones de las armas vendidas por Israel al Estado colombiano, es que la tercera o cuarta economía de América Latina, como es Colombia, termine comprando peleas en donde no ha sido invitado y esto le pase factura a un mercado incipiente que puede ser clave para las empresas colombianas en un futuro. Decir que son importantes las relaciones con Israel no es desconocer que el conflicto palestino no importa, es tratar de construir y facilitar negociaciones, más que atizar en una guerra eterna.

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