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EDITORIAL

No se debe suspender la venta de Isagen

martes, 27 de mayo de 2014
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La solidez de las arcas nacionales debe ser ajena a las intereses electorales, el país necesita reordenar sus prioridades.

La venta de las acciones que el Estado tiene en la empresa de energía Isagen se ha convertido en todo un calvario para el Gobierno Nacional. Ya va a ser un año desde que el Ministerio de Hacienda decidió subastar 57,61% de las acciones públicas de la compañía generadora, dinero que se destinará a cubrir algunas de las necesidades más latentes que tiene Colombia, como es la financiación de las llamadas obras de infraestructura de cuarta generación. Pero la enajenación de esas acciones no son la excepción a los tropiezos jurídicos crónicos de nuestro sistema, y haciendo gala de las costumbres leguleyas, a la iniciativa gubernamental le cayeron cientos de demandas, más políticas que económicas, que retardaron irremediablemente el proceso de venta.

No solo fueron las tutelas y demandas. También el marco financiero y las condiciones del mercado de la energía en Colombia ocasionaron bajas importantes en el proceso de privatización. El primer conglomerado interesado en la compra de las acciones estatales fue el Grupo Argos, que tiene una importante participación en Celsia, uno de los jugadores en el mercado de energía minoritarios. Pero después de ‘ires y venires’ y de condiciones normativas, el Grupo decidió no participar, pues las condiciones de venta no eran las mejores, a la luz de sus cuentas.

La Superintendencia de Industria, instancia que debía revisar todo el proceso de competencia en un mercado regulado como es el de la energía, se declaró impedida y el arbitraje de quién iba y quién no, lo asumió la Superintendencia de Sociedades. El segundo grupo empresarial que mostró un claro interés fue la Empresa de Energía de Bogotá, que hasta hace dos días dio la pelea, pero al final desistió, pues las recomendaciones de las oficinas de control y vigilancia les obligaban a desinvertir en activos muchos más productivos como Codensa o Emgesa. En el camino de la privatización queda EPM, el primer jugador en el mercado de la generación en el cual no se puede tener más de 25%, pero acudirá a la subasta de la mano de un socio brasileño Cemig, que le ayudará a reodenar sus activos en el sector. No obstante, todavía no se conoce el visto bueno de los reguladores.

Así las cosas, ¿quién queda en competencia? Hay mucho comentario no oficial sobre empresas estadounidenses, francesas e inglesas que estarían interesadas en Isagen y que estarían dispuestas a pagar hasta $6 billones por la participación del Estado, pero lo cierto es que el único grupo extranjero que ha mostrado real interés es Gas Natural Fenosa, que de momento sólo pujaría con EPM-Cemig, antes de que este último también salga por tener que desinvertir. Pero a todas luces, no es oportuno parar la subasta por época de elecciones y continuar con una venta, que es más que estratégica, es un acto de responsabilidad.

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