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Hoy se sabrá si Obama sigue en la Casa Blanca o si Romney logra quitarle el segundo mandato en línea a los demócratas
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Es verdad que los tratados de libre comercio tardan un buen tiempo para negociarse y mucho más para ponerse en práctica. Los frutos de estas positivas iniciativas comerciales solo llegan pasadas las décadas cuando se haya establecido en los países firmantes toda una cultura del negocios binacionales que requieren confianza. Eso es lo que ha sucedido en economías similares a la nuestra como son los casos de México y Chile, que tienen en marcha sus sendos tratados con muchas naciones del mundo y en particular con Estados Unidos.
Pero nuestro proceso fue raro y poco estratégico. Empezamos negociando con Ecuador y Perú, y casi al mismo tiempo que los países centroamericanos. En el camino nos dejaron regados y tardamos cerca de seis años en lograr la firma definitiva en el Congreso estadounidense. De eso no ha pasado mucho, solo sucedió en mayo pasado cuando el presidente Obama logró desenredar el anhelado TLC con su país. Y decimos que fue un proceso raro por no decir equivocado, pues la administración Uribe se la jugó a fondo con los republicanos en medio de un mundo cambiante en donde el candidato negro demócrata descollaba como un líder global sin precedentes. Obvio cuando llegó a la Casa Blanca metió el TLC al congelador y atizó los reclamos de las centrales obreras binacionales para que el Gobierno de Uribe respetara sus derechos sindicales.
En el caso de la negociación del TLC con Estados Unidos no solo cometimos ese error de no medir el cambio político que se estaba dando en el motor de la economía mundial, sino que nuestros representantes negociaron todo el tratado en la lengua de la contraparte y no en la nuestra, de tal manera que hubo problemas de sincronización política y económica. Se falló en una de las reglas básicas de la negociación internacional que es “negociar en el idioma nativo” de una de las partes o de la más débil; en ese punto ya iban ganando en tiempos y en adaptaciones los estadounidenses. Pero eso ya pasó y las cosas han ido mejorando para nosotros, hay sectores económicos que dejaron de quejarse y se están adaptando a las nuevas circunstancias; lo que hay que hacer ahora es lograr que los exportadores aprovechen el tratado de libre comercio por el tanto pelearon por más de un lustro y para eso deben apoyarse en las autoridades comerciales.
Esta vez no podemos volver a equivocar las cartas comerciales ni mucho menos las diplomáticas como sucedió en el anterior Gobierno. El nombre del gobernante de turno se conocerá esta misma noche y desde ese momento, nuestros diplomáticos y comerciales deben armar una nueva hoja de ruta que le permita a la economía ganar terreno en el mercado estadounidense, ahora que hay TLC andando.
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