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El transporte aéreo nacional e internacional nunca volverá a ser el mismo. Tras la pandemia, el low cost parece instalarse, pero ojalá sea realmente más barato que antes
La pandemia le dejó claro a las aerolíneas que su verdadera competencia no eran las otras empresas con sus aviones que cubrían las mismas rutas en los mismos horarios, sino los buses que mueven millones de pasajeros por carretera, en pocas palabras, el problema de su crecimiento orgánico no estaba en el tamaño del mercado: eran los precios.
En Colombia se importó de manera errada el concepto de “low cost” para referirse a tiquetes baratos, pero al final el costo de los pasajes se quedó en las alturas, pues “low cost” y “high cost” están en los mismos precios, y es más, los pasajeros ahora tienen que pagar por equipaje adicional, mejorar la ubicación y los snacks durante el vuelo. Desde el punto de vista del consumidor colombiano y usuario del transporte aéreo, las cosas más que mejorar han empeorado antes, durante y ahora después de la pandemia, cuando todo parece volver a la normalidad.
Se cancelaron trayecto, rutas y horarios que aún no se han recuperado, y poco a poco, los precios se sostienen mucho más altos que antes, incluso en las aerolíneas que se vendieron como de bajo costo, las cosas no ceden.
El viejo mito colombiano de que es más barato un tiquete a Miami o Madrid, desde Bogotá, que uno a Pasto, Popayán o Riohacha, entre otras capitales, sigue siendo real por la falta de competencia y por el descontrol tarifario de la Aeronáutica Civil, el Ministerio de Transporte y la Superintendencia de Industria y Comercio, que deben proteger al consumidor aéreo.
Es menester que las instituciones de control y vigilancia estén de lado de los consumidores y le hagan seguimiento a las promesas de precios baratos y de libre competencia entre las aerolíneas. Se viene la gran temporada de fin de año, cuando más viajan los colombianos y los precios siguen altos, muy a pesar de que los servicios aéreos se siguen vendiendo como de bajo costo, sin que los consumidores puedan quejarse.
La otra arista en la queja generalizada de los precios y las promesas de bajo costo, tiene que ver con el “quién es quién” en el mercado aéreo nacional. Ya hace parte del paisaje de la economía colombiana que Avianca, la otrora aerolínea colombiana y dueña del grueso de los trayectos y del mercado interno, esté siempre en crisis.
Desde hace muchos años la empresa dorsal para la seguridad aérea nacional ha transitado entre la quiebra, la resurrección y la nueva quiebra, pasando de una acogida a la ley de bancarrota en Estados Unidos a otra en pocos años. Ahora suenan tambores de un nuevo negocio en torno a la empresa, que está obligada a salir del Chapter 11 y la única manera es conseguir nuevos inversionistas, pero mientras eso sucede (y ojalá ocurra pronto) debe garantizarse en los vuelos nacionales mayor oferta de vuelos y rutas para desatar competencia en las condiciones que necesitan los pasajeros aéreos.
Lo más probable es que soplen buenos y nuevos vientos financieros para la empresa emblemática de Colombia, al menos de corazón y tradición, pero que en esta enésima resurrección empresarial logre competir en un mercado que debe ser mucho más dinámico, menos costoso e integrador de todo el territorio nacional. Colombia es el único mercado en la región en donde las tres grandes aerolíneas de la región compiten en iguales condiciones, esta realidad poco conocida, debería reflejarse también en los precios de los tiquetes.
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