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EDITORIAL

La tensión marca la Asamblea General de ONU

jueves, 19 de septiembre de 2019

Los ataques a las refinerías de Arabia Saudita más la escalada de los precios del petróleo y una guerra arancelaria sin final entre China y Estados Unidos marcarán la Asamblea de la ONU

Editorial


Hay un manto de miedo a que la confrontación bélica en Oriente Medio tenga una nueva temporada luego de los ataques con drones a las refinerías de Aramco en Arabia Saudita, que no solo han disparado los precios del petróleo, sino que han cargado el ambiente de una hostilidad que recuerda los últimos conflictos en Afganistán, Irak o Kuwai. Bajo este panorama de alta tensión bélica arrancará pasado mañana una nueva asamblea de la ONU; dicho sea de paso; la primera que tendrá que enfrentar el presidente, Iván Duque, y que tendrá el drama de los venezolanos como fondo de preocupación de los países latinoamericanos. Son varias las situaciones que opacarán temas fundamentales para el mundo como la lucha contra la pobreza, la igualdad de géneros, el calentamiento global o la creciente preocupación por el futuro de la Amazonía.

Todo sigue girando alrededor de Estados Unidos que ha reafirmado que quiere ver un cambio de régimen en Irán, una posición que no ha hecho más que generar tensión en ese lugar del mundo. Irán ha sido sometido a sanciones económicas muy drásticas que han endurecido la posición de este país contra Arabia Saudita, Israel y varios países de occidente. Esta situación -agitada por los ataques- ya se siente en los elevados precios del petróleo y la inminencia de hacer más fracking en Estados Unidos para aumentar los inventarios de crudo. Por ahora, el sistema petrolero mundial está bien abastecido con bastantes inventarios en países de occidente, pero éstos no duran para siempre y la economía mundial aún es dependiente del petróleo de las naciones árabes y de Rusia.

El otro frente de gran preocupación es la guerra comercial entre Estados Unidos y China que ha ido escalando con el paso de los meses sin final cercano y se que siente con especial dureza en el sector de las nuevas tecnologías y la amenaza sobre la producción de interfaces de telecomunicaciones en China y sus subsidiarias. Esta cuenta de cobro ya la está pagando Huawei y la misma Apple que produce sus aparatos en Taiwan y China continental.

El mayor temor de la economía global es que se de una desaceleración mundial entrado el nuevo año, justo en un momento cuando varios países no han terminado de recuperarse ni de pagar los platos rotos de la crisis de 2008, casos como Italia, Grecia, Portugal o España. Los diversos miedos a una escalada bélica en Oriente; a un enfrentamiento comercial más duro con China; a mayores tensiones estratégicas entre Rusia y Estados Unidos por Ucrania o Venezuela; a una recesión de la economía global y a un “efecto dominó” en Europa por la salida de Gran Bretaña de la Unión, hacen que este momento -el final de la segunda década del siglo XXI- no sea fácil para hacer prospectiva de lo que va a pasar en términos políticos. Todo esto sin considerar otros puntos de vista de frenesí social que casi nunca son tenidos en cuenta y que pueden causar verdaderos cambios. Por ejemplo, la creciente indignación mundial por la destrucción ambiental; la conciencia sobre la alimentación o la seducción de las economías colaborativas, son verdaderas fuentes de gestación de situaciones como “Mayo del 68” o la “Primavera Árabe”, manifestaciones sociales que nunca se tuvieron en cuenta desde la geopolítica ni la economía, pero que cambiaron el rumbo de países.

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