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La magia de la economía es mirar la situación con optimismo, y el conflicto en Ucrania, muy a pesar de razones geopolíticas y humanitarias, ayuda a las arcas con los precios del petróleo
En las últimas dos jornadas el precio del barril de petróleo en promedio, tanto WTI como Brent, ha regresado al terreno de los US$120, costo que había alcanzado hace poco menos de un mes cuando escaló el conflicto en Ucrania con la invasión rusa que compromete a dos grandes productores de gas y de petróleo y que han puesto a bailar a las economías más desarrolladas y emergentes al ritmo de los combustibles.
Dos noticias eventuales que hacen presagiar que el costo de la energía para 2022 no va a ser bajo y que para 2023, las cosas no parecen mejorar rápidamente como se creía en un comienzo del conflicto. La presión alcista se ha dejado ver de nuevo en los mercados energéticos, primero por las nuevas sanciones contra el gobierno de Moscú y dos, por el anuncio de su líder, Vladímir Putin, de cobrar en su moneda todas las exportaciones de petróleo y gas, usando a los compradores tradicionales, como Japón e India, también a la Unión Europea, a ayudarlos indirectamente a detener la devaluación del rublo, que en cuatro semanas alcanza 40%.
El rechazo ruso a los pagos en dólares, euros y yenes, entre otras monedas duras, abre otro frente de batalla que durará en meses en normalizarse y que tiene que ver con la guerra por las divisas, en un mundo en donde existen otras alternativas crecientes como son las criptodivisas, que se empiezan a usar en cierto tipo de negocios estatales. La amenaza de Putin: “he decidido implementar lo antes posible una serie de medidas para transferir los pagos por nuestro gas natural por parte de los llamados países inamistosos a rublos”, automáticamente se sintió en el tipo de cambio en Colombia, que ha caído a tasas del pasado octubre, de unos $3.760, enviando un par de mensajes, uno, de mayor incertidumbre para las exportaciones por los pesos ingresados por cada dólar, y dos, de tranquilidad para las importaciones a ese precio.
En pocos días se cerrará el primer trimestre del año con tres elementos fundamentales para planear el cierre de la primera mitad: hay una reducción de oferta de petróleo que se combinará con las sanciones económicas al país agresor; la lucha contra la inflación no va a ser tan fácil y el incremento de las tasas por parte de la banca central no será suficiente; y tres, el conflicto ya le pasó factura al mercado energético global, externalidad que durará más tiempo del previsto. No se sabe cuáles van a ser las consecuencias de las sanciones económicas a Rusia y cómo estas afectarán un sector neurálgico para la economía colombiana.
Por ahora, es mejor mirar las cosas con un filtro de optimismo, como debe ser, y quedarse con el aumento de las exportaciones de crudo a Estados Unidos de unos 40.000 barriles adicionales, al mejor precio desde 2014.
Un elemento que le dará la razón a quienes son partidarios de apurar el fracking en varias zonas petroleras y saltar de esos casi 780.000 barriles diarios a cerca de un millón para que se pueda aprovechar más este recurso ante las necesidades de inversión que tiene la economía local. Máxime cuando las autoridades mundiales energéticas plantean la decadencia del combustible de aquí a 2050; si no se aprovecha ese recurso a tan buenos precios, quizá las nuevas generaciones se vean condenadas a la pobreza y el subdesarrollo. El petróleo es un recurso valioso y hay que explotarlo en beneficio de la inversión social.
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