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EDITORIAL

En el Cauca hay que cambiar la receta

jueves, 12 de julio de 2012
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Uno de los departamentos que más presidentes ha puesto en la historia merece una oportunidad económica

Es paradójico que una de las regiones que más presidentes ha puesto en la historia del país, esté sometida al más confuso terrorismo y se halle postrada entre la pobreza y el desempleo. Pero es quizá esa misma paradoja la explicación al estado de subdesarrollo en que se encuentra sumido el Departamento del Cauca; una rica y estratégica región que no ha contado con la clase dirigente y empresarial que la saque del conflicto de una vez por todas.

El Departamento del Cauca siempre ha sido un histórico corredor estratégico que une al centro del país y con frontera ecuatoriana, si lo miramos de sur a norte en el sentido de la carretera Panamericana; pero también es un paso obligado entre los Llanos Orientales y la Costa Pacífica, ruta que se ha convertido desde hace un par de décadas en la entrada y salida de armas, drogas, contrabando y demás factores que atizan el conflicto colombiano. A esta situación de 'corredor estratégico' se suma  el componente étnico de la región, y hace que se convierta en el mejor caldo de cultivo para incubar ideas afectas a los grupos guerrilleros (en el oriente del Departamento) y de bandas narcotraficantes (al sur cerca a Nariño y el Pacífico).

Existe un tercer elemento para producir un coctail explosivo social, y es el que tiene que ver con los grupos indígenas que habitan los muchos resguardos de la región. Estos grupos étnicos no solo tienen un histórica confrontación con el establecimiento y el Gobierno Nacional de turno, sino que están enfrentados entre ellos (nasas y guambianos viven en constante lucha por tierras), una situación que convierte al oriente del Departamento en un verdadero polvorín social, al que los expertos lo han calificado como 'la balcanización del Cauca'.

A este panorama es el que se enfrentan Gobierno tras Gobierno sin encontrar una solución a raíz de esos problemas crónicos. Y antes que mejorar, las situación amenaza con propagarse. Factores como la explosión demográfica de los indígenas y su consecuente reclamo de tierras; el creciente desempleo; la penetración del narcotráfico; la falta de oportunidades para los jóvenes, y la casi nula infraestructura, amenazan todo el sur occidente de Colombia. Esa enrarecida situación sin soluciones a la vista está golpeando a Cali y a su importante actividad empresarial y tiene coletazos sobre el puerto de Buenaventura.

El Gobierno Nacional nada soluciona con consejos de ministros en Toribío o Jambaló, mientras no mire el problema íntegro del suroccidente. Se debe implementar un plan a largo plazo que trascienda lo militar y trate de reconstruir el tejido social, político y empresarial. El Gobierno Santos no debe dejar que el país del sur pierda la esperanza.
 

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